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A Confession: Leo Tolstoy
El libro es un breve relato autobiográfico de la lucha del autor contra una crisis existencial de mediana edad. Describe su búsqueda de la respuesta a la pregunta filosófica definitiva: "Si Dios no existe, puesto que la muerte es inevitable, ¿cuál es el sentido de la vida?". Sin la respuesta a esto, para él, la vida se había vuelto "imposible".
La historia comienza con la fábula oriental del dragón en el pozo. Un hombre es perseguido por una bestia hasta un pozo, en cuyo fondo hay un dragón. El hombre se aferra a una rama que está siendo roída por dos ratones (uno negro y otro blanco, que representan la noche y el día y la implacable marcha del tiempo). El hombre es capaz de lamer dos gotas de miel (que representan el amor de Tolstói por su familia y sus escritos), pero como la muerte es inevitable, ya no encuentra la miel dulce.
Tolstoi describe a continuación cuatro posibles actitudes ante este dilema. La primera es la ignorancia. Si uno ignora que la muerte se acerca, la vida se hace soportable. Para él, el problema es que no es ignorante. Una vez consciente de la realidad de la muerte, ya no hay vuelta atrás.
La segunda posibilidad es lo que Tolstoi describe como epicureísmo. Siendo plenamente consciente de que la vida es efímera, uno puede disfrutar del tiempo de que dispone. El problema de Tolstoi con esto es esencialmente moral. Afirma que el epicureísmo puede funcionar bien para la minoría que puede permitirse vivir "la buena vida", pero habría que estar moralmente vacío para poder ignorar el hecho de que la inmensa mayoría de la gente no tiene acceso a la riqueza necesaria para vivir este tipo de vida.
Tolstoi afirma a continuación que la respuesta intelectualmente más honesta a la situación sería el suicidio. Ante la inevitabilidad de la muerte y suponiendo que Dios no exista, ¿por qué esperar? ¿Por qué fingir que este valle de lágrimas significa algo cuando se puede ir al grano? Para sí mismo, sin embargo, Tolstoi admite que es demasiado cobarde para seguir la respuesta más lógicamente coherente.
Finalmente, Tolstoi dice que la cuarta que toma es la de simplemente aguantar, vivir a pesar de lo absurdo de ello, porque no quiere o no puede hacer otra cosa. Así que parece totalmente desesperado, al menos sin Dios.
Así pues, Tolstoi se plantea la cuestión de la existencia de Dios. Tras desesperar en sus intentos de encontrar respuestas en los argumentos filosóficos clásicos para la existencia de Dios (por ejemplo, el Argumento Cosmológico, que razona que Dios debe existir basándose en la necesidad de atribuir una causa original al universo), Tolstoi recurre a una afirmación más mística e intuitiva de la presencia de Dios. Afirma que en cuanto dijo "Dios es Vida", la vida volvió a estar impregnada de sentido. Esta fe podría interpretarse como un salto kierkegaardiano o un compromiso poco sincero, pero en realidad Tolstoi parece estar describiendo un enfoque más oriental de lo que es Dios. La identificación de Dios con la vida sugiere una metafísica más monista (o panenteísta), característica de las religiones orientales, y ésta es la razón por la que los argumentos racionales se quedan cortos a la hora de establecer la existencia de Dios: al identificar erróneamente a Dios, los argumentos filosóficos pierden el punto. El título original de Tolstoi para esta obra así lo indica, y su propia "conversión" personal se sugiere en un epílogo que describe un sueño que tuvo algún tiempo después de completar el cuerpo del texto, confirmando que había experimentado una radical transformación personal y espiritual.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)