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The Palmer Raids: The History of the Arrests and Deportations of Anarchists and Communists in America during the First Red Scare
*Incluye fotografías.
*Incluye extractos de relatos contemporáneos.
*Incluye bibliografía para lecturas complementarias.
"El poder de la guerra es necesariamente un poder inherente a toda nación soberana. Es el poder de autorreservación y ese poder no tiene más límites que el alcance de la emergencia". - Fiscal General A. Mitchell Palmer, diciembre de 1918.
Aunque el periodo de 1945-1955 fue el más largo y extenso de la historia estadounidense en el que el miedo al comunismo se apoderó del país, no fue el primero. La Primera Guerra Mundial fue el primer gran conflicto extranjero en el que se vio envuelto Estados Unidos, después de estar a salvo tras el Océano Atlántico, y los estadounidenses temían ahora el espionaje y el sabotaje. Como consecuencia, las personas de ascendencia alemana se convirtieron en sospechosas, lo que sometió a inocentes germano-estadounidenses a la violencia de las masas, en gran parte perpetrada por un grupo de vigilancia llamado Liga Protectora Estadounidense (APL, por sus siglas en inglés), que contaba con un cuarto de millón de miembros dedicados a acabar con los espías alemanes. Cuando no encontraron suficientes, dirigieron sus miras hacia los subversivos autóctonos, a saber, los Trabajadores Internacionales del Mundo, los "Wobblies".
Con el final de la guerra, la preocupación por los subversivos alemanes fue sustituida por la preocupación por los subversivos comunistas. En 1919, la revolución bolchevique se había extendido por Europa Central y parecía amenazar al resto del mundo. En Estados Unidos, los artículos de los periódicos se preocupaban abiertamente por una revolución similar en el país. Una oleada de huelgas alimentaba el temor de que la guerra de clases, fomentada por fuerzas comunistas extranjeras, estallara en cualquier momento.
En este polvorín, todo lo que se necesitaba era una chispa para crear una histeria total, y la chispa llegó el 2 de junio de 1919, cuando la casa del fiscal general A. Mitchell Palmer fue bombardeada, hiriendo a Palmer y matando al terrorista. Los panfletos anarquistas que llevaba se esparcieron entre los escombros de la bomba, y este ataque a su casa impulsó a Palmer, que había sido un cuáquero reformista, a lanzar una guerra total contra los radicales de izquierda. En el proceso, el Fiscal General, que ya había quedado impresionado con un joven seguro de sí mismo y lleno de energía llamado J. Edgar Hoover, le puso al frente de la batalla contra el radicalismo. El Miedo Rojo había comenzado en serio.
Palmer decidió que la forma de eliminar la amenaza radical en Estados Unidos era deshacerse de los radicales deportándolos en masa fuera del país. Sólo había dos problemas con la solución de Palmer: la mayoría de los "radicales" eran ciudadanos estadounidenses y no extranjeros, y el Departamento de Justicia no tenía autoridad para deportar a extranjeros por actividades radicales. Sin inmutarse, Palmer creó la División General de Inteligencia (GID) bajo las órdenes de Hoover, que se dedicó a recopilar y organizar la información (tanto los hechos como los rumores infundados) sobre organizaciones e individuos radicales que llegaba de agencias estatales, locales y federales. Una de las primeras cosas que hizo Hoover, aprovechando su experiencia en bibliotecas, fue crear un fichero de fichas con la lista de todos los individuos y organizaciones radicales del país. En poco tiempo, el número de fichas había aumentado hasta 450.000.
Las redadas consiguieron detener a 10.000 personas, muchas de ellas en reuniones abiertas al público en general. Los problemas inherentes a este enfoque se pusieron de manifiesto varios días después, cuando casi 5.000 personas tuvieron que ser puestas en libertad porque no eran miembros del Partido Comunista o porque, por lo demás, eran ciudadanos respetuosos con la ley. Los que permanecieron detenidos fueron interrogados utilizando tácticas de intimidación de "tercer grado" y obligados a firmar declaraciones independientemente de su exactitud. Mientras los investigadores obtenían las pruebas necesarias para deportar a los radicales peligrosos, Hoover inició una campaña publicitaria cuidadosamente orquestada y diseñada para exacerbar el miedo a los radicales entre el público estadounidense. Era la primera vez que Hoover participaba en este tipo de actividades, y de ella aprendió el valor de la opinión pública en la aplicación de la ley. Fue una lección que llevaría consigo cuando se convirtió en Director del FBI.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)