The Aspern Papers
En realidad, sin la señora Prest no habría avanzado mucho, porque la idea más fructífera de todo el asunto salió de sus amistosos labios. Fue ella quien inventó el atajo, quien cortó el nudo gordiano.
Se supone que la naturaleza de las mujeres no es adoptar, por lo general, el punto de vista más amplio y liberal -me refiero a un plan práctico-, pero me ha sorprendido que a veces se desprendan de una idea audaz -que un hombre no hubiera adoptado- con singular serenidad. «Pídeles simplemente que te acojan como inquilino...» No creo que yo hubiera podido hacerlo sin ayuda.
Estaba yo andándome por las ramas, tratando de ser ingenioso, preguntándome con qué combinación de artes podría convertirme en un conocido, cuando ella me ofreció esta feliz sugerencia de que la manera de convertirse en un conocido era primero convertirse en un huésped. Su conocimiento real de las señoritas Bordereau era apenas mayor que el mío y, de hecho, yo había traído conmigo de Inglaterra algunos datos concretos que eran nuevos para ella.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)