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El libro «The Japanese Discovery of Europe» (El descubrimiento japonés de Europa), de Donald Keene, explora las interacciones históricas de Japón con las potencias europeas durante el Siglo de las Luces, detallando los retos y la dinámica a los que se enfrentaron los primeros defensores del conocimiento occidental. La narración hace hincapié en la resistente búsqueda del conocimiento frente al conservadurismo político y cultural, al tiempo que ofrece una respetuosa visión de la autopercepción de Japón en un contexto global.
Ventajas:El libro ofrece excelentes detalles y contenidos informativos. Presenta una exploración respetuosa y matizada de la relación de Japón con el aprendizaje occidental y destaca las importantes figuras históricas implicadas. Las ideas sobre el contexto político y cultural de la época, en particular sobre la visión japonesa de la amenaza rusa y el impacto del aprendizaje holandés, aumentan su valor.
Desventajas:El libro puede considerarse algo anticuado, ya que fue escrito a mediados de la década de 1960. Algunos lectores podrían encontrar ciertas perspectivas históricas carentes de relevancia o profundidad contemporánea en comparación con obras más recientes.
(basado en 2 opiniones de lectores)
The Japanese Discovery of Europe, 1720-1830
Este es un relato del crecimiento y los usos del aprendizaje occidental en Japón desde 1720 hasta 1830. Estas son las fechas del comienzo del interés oficial por el aprendizaje occidental y de la expulsión de Siebold del país, la primera etapa de una crisis que sólo podría resolverse con la apertura del país a Occidente.
El siglo y pico que abarcan ambas fechas fue un periodo importantísimo de la historia japonesa, en el que los intelectuales, rebeldes ante el aislamiento de su país, buscaron desesperadamente el conocimiento en el extranjero. La asombrosa energía y entusiasmo de hombres como Honda Toshiaki hicieron posibles los espectaculares cambios en Japón, que con demasiada frecuencia se atribuyen a la llegada del comodoro Perry. El autor eligió a Honda Toshiaki (1744-1821) como figura central.
Una página de cualquiera de los escritos de Honda basta para demostrar que con él se ha entrado en una nueva era, la del Japón moderno. Uno encuentra en sus libros un espíritu nuevo, inquieto, curioso y receptivo. Hay en él el asombro ante los nuevos descubrimientos, el placer de ampliar horizontes.
Honda se complacía incluso en revelar que, después de todo, Japón no era más que una pequeña isla en un gran mundo. A los japoneses que habían pensado que la civilización china era una antigüedad inmemorial, les declaró que la de Egipto era miles de años más antigua y muy superior. El mundo, descubrió, estaba lleno de cosas maravillosas, e insistió en que Japón las aprovechara.
Honda miraba a Japón como pensaba que lo haría un occidental, y veía cosas que había que cambiar, terribles mermas de la fuerza moral y física del país. En su interior surgió la convicción de que Japón debía convertirse en una de las grandes naciones del mundo.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)