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Narcissus, or The Lover of Himself
Narciso o El amante de sí mismo es una obra de una mediocridad pasmosa. Jean-Jacques Rousseau, más conocido como pensador social que como dramaturgo, afirma haberla escrito siendo un joven de dieciocho años, unos veinte antes de que se representara para el rey Luis XV, el 18 de diciembre de 1752.
La obra fracasó y no volvió a representarse en vida de Rousseau. En el prefacio de la obra, escrito tras el fracaso de la representación, Rousseau confiesa que se abstuvo de publicarla mientras conservó cierta consideración por su reputación de autor. Se trata de un juicio bastante comedido, ya que una obra del calibre de Narciso ciertamente no reforzaría el estatus de Rousseau.
La trama, los personajes, el lenguaje y los elementos cómicos resultan débiles o incompletos.
De ahí que el lector (o el espectador) pueda cuestionar los méritos de la obra y la necesidad de publicarla. Pero si Narciso nunca hubiera existido, tampoco lo habría hecho su prefacio.
Esta idea tardía, que se gestó durante dos décadas, se convierte, en muchos sentidos, en un acto de apertura mucho más interesante para la comedia que le sigue. Es rica en filosofía y crítica, está enloquecida por la paranoia y es sorprendentemente convincente en su propuesta de que las artes y las ciencias, la búsqueda del conocimiento, el cultivo de las letras y todos los adornos de la civilización son fuerzas destructivas, perjudiciales para la moralidad del hombre. Es una apología por haber experimentado con la escritura literaria en su insensata juventud y, al mismo tiempo, una justificación de la existencia de su arte.
El prefacio, en el que escribe: "Debo, a pesar de mi reticencia, hablar de mí mismo", es plenamente narcisista. Mirando por encima del hombro de Rousseau, nosotros también vemos su reflejo: un hombre con la razón de su lado, enfrentado a sus enemigos, a su época y, de hecho, al mundo. La traducción de Daniel Boden de Narciso y su prefacio es fiel a la voz, los tiempos y las incongruencias de Rousseau.
En el epílogo que corona esta edición, Simon Critchley sitúa la obra y el prefacio en su contexto histórico, establece conexiones con otras obras de Rousseau, comenta la filosofía planteada en el prefacio, reflexiona sobre lo que lleva a los clásicos al escenario y propone, sencillamente, que el teatro es narcisismo.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)