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From an Other to the Other, Book XVI
Sollers escribió una vez que, para él, Claudel era ante todo el hombre que escribió: "El Paraíso nos rodea en este mismo instante, todos sus bosques atentos como una gran orquesta que invisiblemente adora e implora. Toda la invención del Universo con sus notas cayendo vertiginosamente una a una en el abismo donde se escriben las maravillas de nuestras dimensiones".
Pues bien, Lacan es, para mí, quien dice en este Seminario: "Todos conocemos el infierno, es la vida cotidiana".
¿Es lo mismo? No, creo que no. Aquí no hay adoración, ni orquesta invisible, ni vértigo ni maravillas. Empecemos por el final: Lacan "evacuó" de la rue d'Ulm junto con su público, no sin resistencia ni alboroto. El episodio apareció en todos los periódicos. ¿Qué había hecho para merecer semejante destino? No sólo se había dirigido a los psicoanalistas, sino también a los jóvenes que aún estaban encendidos por los acontecimientos de mayo de 1968, que sin embargo le aceptaban como maestro del discurso al mismo tiempo que soñaban con subvertir el sistema universitario. ¿Qué les dijo? Que "Revolución" significa volver al mismo lugar. Que el saber impone ahora su ley al poder y se ha vuelto incontrolable. Que el pensamiento es la censura misma. Les habló de Marx, pero también de la apuesta de Pascal -que se convirtió en sus manos en una nueva versión de la dialéctica amo/esclavo-, por no hablar de los fundamentos de la teoría de conjuntos. Pasó a un debate sobre la perversión y los modelos de la histeria y la obsesión. Todo ello está conectado, centellea y cautiva.
Entre líneas, prosigue el diálogo entre Lacan y él mismo sobre el tema del goce y la relación entre el goce y el habla y el lenguaje.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)