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A Treatise on the Soul
Por consiguiente, todos los vapores nocivos que exhalan los filósofos y que obscurecen la clara y saludable atmósfera de la verdad, los cristianos deberán despejarlos, tanto haciendo pedazos los argumentos que se extraen de los principios de las cosas -me refiero a los de los filósofos-, como oponiéndoles las máximas de la sabiduría celestial -es decir, las reveladas por el Señor-, a fin de que tanto los escollos con que la filosofía cautiva a los paganos sean eliminados, como los medios empleados por la herejía para sacudir la fe de los cristianos sean reprimidos; a fin de que se eliminen las trampas con que la filosofía cautiva a los paganos, y se repriman los medios empleados por la herejía para sacudir la fe de los cristianos. Ya hemos decidido un punto en nuestra controversia con Hermógenes, como dijimos al principio de este tratado, cuando afirmamos que el alma es formada por la respiración de Dios, y no de la materia.
Incluso allí nos basamos en la clara dirección de la declaración inspirada que nos informa cómo «el Señor Dios sopló en el rostro del hombre el aliento de vida, de modo que el hombre se convirtió en un alma viviente» -por esa inspiración de Dios, por supuesto. En este punto, por lo tanto, nada más necesita ser investigado o avanzado por nosotros. Tiene su propio tratado y su propio hereje.
Lo consideraré como mi introducción a las otras ramas del tema. -Tertuliano.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)