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To Be Born: Genesis of a New Human Being
"Según las palabras de Fedro en el Simposio de Platón, el Amor, a veces llamado Eros, no tiene padres, ni edad, ni historia, y su origen permanece desconocido para cualquiera. El Amor, cuyo destino se dice que es único entre los dioses y los humanos, encarna tal vez el deseo de una conjunción siempre en busca de su acontecer. El Amor representaría un dinamismo anhelante de la cópula que encarna la trascendencia de nuestro ser. Como tal, el Amor seguiría siendo el anhelo eterno de la realización del destino extático de la humanidad".
En este libro, Luce Irigaray -filósofa, lingüista, psicóloga y psicoanalista- propone nada menos que una nueva forma de concebir lo que es un ser humano, así como un medio para asegurar nuestro desarrollo individual y relacional desde el nacimiento.
Desvelar el misterio de nuestro origen es probablemente lo que más motiva nuestras búsquedas y planes. Y, sin embargo, tal revelación resulta imposible. En efecto, nacimos como uno de la unión de dos, y nos vemos privados para siempre de un origen propio. De ahí nuestra incesante búsqueda de raíces: en nuestra genealogía, en el lugar donde nacimos, en nuestra cultura, religión o lengua. Pero un ser humano no puede desarrollarse a partir de sus propias raíces como lo hace un árbol. Como humanos, debemos responsabilizarnos de nuestro propio ser y existencia sin ninguna continuidad dada con nuestro origen y antecedentes.
¿Cómo podemos lograrlo? Primero cultivando nuestra respiración, que es más que un medio para venir al mundo y existir; la respiración también nos permite trascender la mera supervivencia para asegurarnos un devenir espiritual. Asumir nuestra pertenencia sexuada es el segundo elemento que nos permite asumir nuestra existencia natural. En efecto, esta determinación nos aporta a la vez energía y nos proporciona una estructura que contribuye a nuestra individuación y a nuestras relaciones con los demás seres vivos y con el mundo. Nuestra sexuación puede compensar también nuestra ausencia de raíces obligándonos a unirnos al otro sexo para acercarnos libremente a la conjunción copulativa de la que hemos nacido, es decir, al misterio de nuestro origen. Esto no ocurre por mero instinto o pulsión sexual, sino que requiere que cultivemos el deseo y el amor con respeto a nuestra(s) diferencia(s) mutua(s). De este modo podemos dar origen a un nuevo ser humano, no sólo a nivel natural, sino también ontológico.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)