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Según la opinión de un crítico de la civilización, la decadencia de Occidente es claramente reconocible por dos características principales: en primer lugar, el desarrollo patológico de todo activismo; en segundo lugar, la erosión de los valores del conocimiento interior y la contemplación. El principio general al que podemos apelar para justificar la guerra en términos humanos es el "heroísmo".
La guerra, se dice, ofrece al hombre la oportunidad de despertar a su héroe interior. Rompe la rutina de una vida cómoda y, a través de las pruebas más duras, fomenta un conocimiento transfigurador de la vida en relación con la muerte. El momento en que el individuo debe comportarse como un héroe, aunque sea el último de su vida terrenal, pesa infinitamente más en la balanza que toda su vida transcurrida monótonamente en el ajetreo de la ciudad.
Esto es lo que compensa, en términos espirituales, los aspectos negativos y destructivos de la guerra que el materialismo pacifista destaca unilateral y tendenciosamente. La guerra, al plantear y realizar la relatividad de la vida humana, al plantear y realizar el derecho a "más que la vida", tiene siempre un valor antimaterialista y espiritual.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)