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Spadework for a Palace
Trabajos para un palacio lleva el subtítulo «Entrar en la locura de los demás» y ofrece un epígrafe: «La realidad no es un obstáculo». Efectivamente.
Este desvarío obsesivo de alto octanaje salta por encima de todos los obstáculos, alimentado por la ides fixe de un «pequeño bibliotecario gris» con arcos caídos cuyo nombre -mr herman melvill- no es más que una de las coincidencias que le unen a su lodestar Herman Melville ("Yo también residía en East 26th Street.... Yo también había trabajado un tiempo en la Oficina de Aduanas"), que a su vez es sólo un aspecto de su “constante conciencia de su conexión” con Lebbeus Woods, con la roca que es Manhattan, con el “borracho Lowry” y su Lunar Caustic, con Bartok. Y con esta conciencia de conexión no sólo está adquiriendo el verdadero conocimiento de Melville, sino también trazando los caminos hacia «un Sereno Paraíso del Conocimiento».
Impulsado a salvar ese Palacio (una biblioteca superior a la que también sirve), pierde su trabajo y su mujer le abandona, pero «hay que decir a la gente la verdad: no hay dualismo en la existencia». Y su sueño se hará «realidad, porque no me doy por vencido: No soy más que un jornalero, un palafrenero de este sueño, un herman melvill, un bibliotecario del mostrador de préstamos, actualmente un preso en Bellevue, pero al mismo tiempo --¿puedo decirlo? --en realidad un Guardián del Palacio.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)