La Casa de Bernarda Alba

Contenido del libro:

Mientras escribía La casa de Bernarda Alba, Federico García Lorca explicaba: "el drama es poesía que escapa del libro y se hace humana. Y mientras se hace habla y grita, llora y se desespera".

Lorca vio en el teatro el medio más perfecto para llegar al alma de la gente, más inmediato y eficaz que la poesía, y avivó esta posibilidad incluso en tiempos difíciles. Lorca es, sobre todo, un poeta, y como tal sus obras poseen una gran virtud tanto visual como lingüística. La última de las tragedias rurales -Bernarda Alba fue precedida por Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934)- se terminó en junio de 1936.

Debía estrenarse en Buenos Aires en octubre, representada por la compañía Margarita Xirgu, pero Lorca fue asesinado en julio.

Los acontecimientos bélicos aplazaron el estreno hasta 1945, pero en España la obra permanecería prohibida hasta 1964. El argumento es engañosamente sencillo: Bernarda Alba ejerce un control tirano sobre sus hijas, que viven prisioneras entre los muros de su casa.

El conflicto es la privación de libertad, llevada a proporciones trágicas por la muerte del segundo marido de Bernarda Alba y su decisión de imponer ocho años de luto estricto. Pero este luto va mucho más allá de la habitual ropa negra: durante los ocho años siguientes nadie saldrá de casa, y ningún hombre entrará. La reclusión es el resultado de ser mujeres de cierta posición social.

El conflicto autoridad/libertad se hace visible a través del sometimiento de la condición femenina -el subtítulo Drama de mujeres en los pueblos de España lo pone de manifiesto-. La libertad es ahogada por los prejuicios de una clase social esclavizada por la apariencia y torturada temerosa por las habladurías. La experiencia teatral de Lorca se nota mucho en su forma de subrayar el conflicto sin detalles superfluos: iluminación, vestuario, texto y lenguaje, y los movimientos de las actrices, todo está medido al milímetro.

Y las palabras finales de la protagonista se convierten en una notable premonición de lo que envolvería a España durante muchos años posteriores. "Y no quiero sollozos.

A la muerte hay que mirarla a la cara". "Silencio, silencio he dicho Silencio El profesor Borja Rodríguez-Gutiérrez añade a esta edición un claro ensayo introductorio que desmonta el mecanismo de relojería de García Lorca, al tiempo que introduce anotaciones que permiten al lector captar plenamente el significado de esta influyente piedra angular de las letras hispanas.