La antigua Constitución: Y los orígenes de la libertad angloamericana

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Título original:

The Ancient Constitution: And the Origins of Anglo-American Liberty

Contenido del libro:

En los siglos XVII y XVIII, los juristas ingleses y estadounidenses apelaban a "la antigua constitución" como piedra angular de la libertad. Según esta idea, el derecho constitucional no era dictado por un monarca, sino que se basaba en la autoridad de la costumbre, transmitida inalterada desde tiempos inmemoriales. El historiador del derecho John Phillip Reid demuestra de forma convincente que este concepto de una constitución antigua e inmutable proporcionó a los abogados comunes y parlamentarios ingleses un argumento con el que combatir el poder de prerrogativa real. Al mismo tiempo, proporcionó a los revolucionarios estadounidenses argumentos jurídicos para rechazar el intento del Parlamento británico de imponer un gobierno arbitrario a las colonias.

Mientras que los historiadores modernos han tendido a culpar a los constitucionalistas de los siglos XVII y XVIII de inventar un pasado místico, estos polemistas panfletistas tenían menos interés en la exactitud de su historia que en su utilidad en la argumentación forense. Al igual que los abogados que discuten ante el tribunal, apelaban al pasado como precedente, como analogía, como principio; en resumen, como historia forense. Afirmando que la libertad había sido más eficaz y segura en la antigüedad, defendían un idealizado estándar anglosajón para poner a prueba las instituciones contemporáneas. Y lo que es más significativo, apelaron a la autoridad de la Constitución antigua como defensa contra las innovaciones de la monarquía inglesa y contra las afirmaciones de un parlamento no representativo.

The Ancient Constitution and the Origins of Anglo-American Liberty complementa el reciente libro de Reid sobre otra piedra angular de la jurisprudencia y la teoría constitucional angloamericanas, el Estado de Derecho. Mientras que el "imperio de la ley" insiste en que una sola ley se aplica a gobernantes y gobernados por igual, la antigua constitución encarnaba el ideal de lo que debería ser esa única ley.