El sometimiento de la mujer

Opiniones de los lectores

Las reseñas reflejan un gran aprecio por «El sometimiento de la mujer» de John Stuart Mill como texto feminista crítico que ofrece argumentos convincentes a favor de la igualdad de género. Muchos elogian la capacidad de Mill para articular ideas que siguen siendo relevantes incluso hoy en día. Sin embargo, algunas críticas se centran en la mala calidad de impresión de algunas ediciones y en la creencia de que el texto puede resultar difícil de leer debido a problemas de formato.

Escrito conciso e impactante que resulta muy relevante para los problemas contemporáneos de la igualdad de género.

Muchos lo consideran una obra maestra y una lectura esencial, especialmente para comprender la dinámica social histórica y actual entre hombres y mujeres.

(basado en 27 opiniones de lectores)

Título original:

The Subjection of Women

Contenido del libro:

El objeto de este Ensayo es explicar tan claramente como me sea posible, los fundamentos de una opinión que he sostenido desde el primer momento en que me formé opinión alguna sobre asuntos sociales o políticos, y que, en lugar de debilitarse o modificarse, se ha ido fortaleciendo constantemente con el progreso de la reflexión y la experiencia de la vida: Que el principio que regula las relaciones sociales existentes entre los dos sexos -la subordinación legal de un sexo al otro- es erróneo en sí mismo, y ahora uno de los principales obstáculos para el mejoramiento humano; y que debe ser reemplazado por un principio de perfecta igualdad, que no admita ningún poder o privilegio por un lado, ni incapacidad por el otro. Las mismas palabras necesarias para expresar la tarea que he emprendido, muestran cuán ardua es.

Pero sería un error suponer que la dificultad del caso debe residir en la insuficiencia u oscuridad de los fundamentos de razón sobre los que descansa mi convicción. La dificultad es la que existe en todos los casos en los que hay una masa de sentimientos contra los que luchar. Mientras una opinión esté fuertemente arraigada en los sentimientos, gana más que pierde en estabilidad al tener un peso preponderante de argumentos en su contra.

Porque si fuera aceptada como resultado de un argumento, la refutación del argumento podría hacer tambalear la solidez de la convicción; pero cuando descansa únicamente en el sentimiento, cuanto peor le va en la contienda argumentativa, más persuadidos están sus partidarios de que su sentimiento debe tener algún fundamento más profundo, que los argumentos no alcanzan; y mientras el sentimiento permanece, siempre está lanzando nuevas trincheras de argumentos para reparar cualquier brecha abierta en las antiguas. Y hay tantas causas que tienden a hacer que los sentimientos relacionados con este tema sean los más intensos y profundamente arraigados de todos los que rodean y protegen las viejas instituciones y costumbres, que no debemos sorprendernos de encontrarlos todavía menos socavados y debilitados que cualquiera de los demás por el progreso de la gran transición espiritual y social moderna; ni suponer que los barbarismos a los que los hombres se aferran durante más tiempo deben ser menos barbarismos que aquellos de los que se desprenden antes.