Puntuación:
Las reseñas destacan el agudo ingenio de H.L. Mencken y sus perspicaces críticas sobre la democracia, alabando su capacidad para exponer las insuficiencias del discurso político superficial. Aunque los lectores aprecian su perspicaz análisis y su vocabulario, algunos opinan que el libro carece de una tesis coherente y puede resultar difícil para algunos debido a su complejidad.
Ventajas:Perspicaz y sugerente, agudo ingenio, análisis inteligente, expone los defectos del discurso político, observaciones intemporales, gran vocabulario.
Desventajas:Puede carecer de una tesis coherente, puede resultar difícil para lectores sin un vocabulario sólido, y algunas quejas sobre el hecho de que el libro sea una reimpresión.
(basado en 5 opiniones de lectores)
Notes On Democracy
NOTAS SOBRE LA DEMOCRACIA por H. L. MENCKEN JONATHAN. El contenido incluye: I EL HOMBRE DEMOCRÁTICO 1 SU APARICIÓN EN EL MUNDO 9 2 VARIEDADES DE HOMO SAPIENS 15 3 LA NUEVA PSICOLOGÍA 21 LA POLÍTICA BAJO LA DEMOCRACIA 29 5 EL PAPEL DE LAS HORMONAS 35 6 LA ENVIDIA COMO FILOSOFÍA 42 Jx LA LIBERTAD Y EL HOMBRE DEMOCRÁTICO 51 LOS EFECTOS SOBRE EL PROGRESO 58 9 LA TURBA ETERNA 7 2 II EL ESTADO DEMOCRÁTICO 1 LAS DOS CLASES DE DEMOCRACIA 79 2 LA VOLUNTAD POPULAR 85 3 LA REPRESENTACIÓN DESPROPORCIONADA 97 4 EL POLÍTICO EN DEMOCRACIA 1 07 5 LA UTOPÍA 115 6 LA EXCEPCIÓN OCASIONAL 124 7 EL LEGISLADOR 131 8 LA RECOMPENSA DE LA VIRTUD 139 9 NOTA A PIE DE PÁGINA SOBRE LOS PATOS COJOS 148 5 ÍNDICE III DEMOCRACIA Y LIBERTAD 1 LA VOLUNTAD DE PAZ 157 2 EL DEMÓCRATA COMO MORALISTA 1 62 3 DONDE FRACASA EL PURITANISMO 1 77 4 LA CORRUPCIÓN BAJO LA DEMOCRACIA 187 IV CODA 1 EL FUTURO DE LA DEMOCRACIA 2O7 2 ÚLTIMAS PALABRAS 2l8. EL HOMBRE DEMOCRÁTICO: SU APARICIÓN EN EL MUNDO. La DEMOCRACIA llegó al mundo occidental al son de una música dulce y suave. No hubo, al principio, ásperos berridos desde abajo, sólo un dulce gorjeo desde arriba. El hombre democrático comenzó así como un ser ideal, lleno de virtudes inefables y de románticos males en suma, como Rous seaus noble salvaje en bata y jerkin, sacado de las selvas tropicales para avergonzar a los señores y amos de las tierras civilizadas. El hecho sigue teniendo importantes consecuencias hasta nuestros días.
Sigue siendo imposible, como lo fue en el siglo XVIII, separar la idea democrática de la teoría de que hay un mérito místico, una rectitud esotérica e inerradicable, en el hombre de la parte inferior de la escala, que la inferioridad, por alguna extraña magia, se convierte en una especie de superioridad, es más, en la superioridad de las superioridades. En todas partes de la tierra, excepto donde la ilustración de la edad moderna está confesadamente en eclipse transitorio, el movimiento es hacia la completa y más enamorada emancipación de las órdenes inferiores. Se dice que ahí abajo hay una reserva profunda e ilimitada de rectitud y sabiduría, no contaminada por la corrupción de los privilegios. Lo que desconcierta a los estadistas lo resuelve el pueblo, al instante y por una especie de intuición seráfica. Sus anhelos son puros, sólo ellos son capaces de un patriotismo perfecto: en ellos reside la única esperanza de paz y felicidad en esta bola lúgubre. La cura para los males de la democracia es más democracia Esta noción, como insinúo, se originó en la fantasía poética de los caballeros de los niveles superiores -sentimentalistas que, observando para su angustia que el asno estaba sobrecargado, propusieron reformar el transporte poniéndolo en el carro. Por sus venas corría una rancia sentina cris tiana, aunque muchos de ellos, por cierto, jugaban con lo que ahora se llama Modernismo.
Fueron los antepasados directos de los liberales más sacarinos de hoy en día, que todavía pronuncian sus frases andrajosas y sueñan sus sueños preteridos. No puedo encontrar ningún registro de que estas frases, en un principio, hicieran mucha impresión en los objetos reales de su retórica. El hombre democrático primitivo parece haber pensado poco en el ideal democrático, y menos en su veneración. Lo que quería era algo concreto y altamente materialista: más para comer, menos trabajo, salarios más altos, impuestos más bajos. No tenía ninguna creencia aparente en la virtud acroamática de su propia clase, y desde luego ninguna en su capacidad para gobernar. Su objetivo no era exterminar al barón, sino simplemente conseguir que volviera a desempeñar correctamente sus funciones. Cuando, por los disparos salvajes que naturalmente acompañan a todos los movimientos de la turba, el primer fin se logró accidentalmente, y los hombres de la turba comenzaron a tomar aires baroniales, la propia turba rápidamente mostró su opinión de ellos al masacrarlos deliberadamente y en serio. Una vez que salieron las picas, en efecto, era mucho más peligroso ser un tribuno del pueblo que ser un ornamento del viejo orden...
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)