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The Secret Glory by Arthur Machen, Fiction, Fantasy, Classics, Horror
Es probable que durante todos esos primeros años el padre de Ambrosio hubiera estado encantando el corazón de su hijo, sacándolo del valle de la gehenna de esta vida en el que había caído, como se saca a una bestia que ha caído en algún lugar profundo y espantoso. Varios son los métodos recomendados. Está la vía de lo que se llama enseñanza moral, la vía de la fisiología y la vía de un silencio magistral; pero la del señor Meyrick era la extraña vía del encantamiento. En cierto modo, había apartado al muchacho de aquel malvado tráfico del valle, del hedor del tumulto, de los golpes y de la negra lascivia, de la fea lucha en el humo venenoso, de toda la asombrosa y horrible locura que los hombres prácticos llaman vida, y lo había puesto en aquella interminable procesión que por siempre jamás canta sus letanías en las montañas, yendo de altura en altura en su gran búsqueda. El alma de Ambrosio había sido atrapada en la dulce espesura de los bosques; había sido bañada en el agua pura de las fuentes benditas; se había arrodillado ante los altares de los antiguos santos, hasta que toda la tierra se convirtió en un santuario, toda la vida fue un rito y una ceremonia, cuyo fin era la consecución de la santidad mística - la consecución del Graal. Para esto -¿para qué si no? -- todas las cosas fueron hechas.
Era esto lo que cantaba el pajarillo en los matorrales, entonando unas notas débiles y lastimeras de atardeceres oscuros, como si su pequeño corazón estuviera triste por no poder pronunciar nada mejor que tan tristes alabanzas. Esto también celebraba el asombro de la blanca mañana en las colinas, el aliento de los bosques al amanecer. Esto figuraba en la roja ceremonia del ocaso, cuando las llamas brillaban sobre la cúpula de la gran montaña, y las rosas florecían en las lejanas llanuras del cielo. Este era el secreto de los lugares oscuros en el corazón de los bosques. Este el misterio de la luz del sol en la altura; y a cada pequeña flor, a cada delicado helecho, y a cada junco y junco se le confiaba la declaración oculta de este sacramento. Con este fin, se habían dado a los hombres ritos definitivos y perfectos para que los ejecutaran; y éstas eran todas las artes, todo el lejano esplendor de la gran catedral; todo el rico trabajo tallado y todos los colores resplandecientes; toda la mágica pronunciación de palabras y tonos: todas estas cosas fueron los testigos que consintieron en la Ofrenda Única, en el alto servicio del Graal.
Machen investigaba el cristianismo celta, el Santo Grial y el rey Arturo. Al publicar sus opiniones en The Academy, de Lord Alfred Douglas, para la que escribía con regularidad, Machen llegó a la conclusión de que las leyendas del Grial se basaban en realidad en tenues recuerdos de los ritos de la Iglesia celta. Estas ideas también aparecen con fuerza en la novela La gloria secreta.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)