La fabricación y venta de St Einstein - II

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Título original:

The manufacture and sale of St Einstein - II

Contenido del libro:

Alemania había sido muy buena con los judíos. Los judíos alemanes eran los más ricos del mundo.

En los años que siguieron a la Primera Guerra Mundial, los alemanes estaban resentidos porque los judíos, siendo Einstein su principal portavoz, habían apuñalado a los alemanes por la espalda durante la guerra, y luego habían retorcido el cuchillo en las negociaciones de paz en Francia, donde un gran contingente de judíos decidió el destino de Alemania, y habían renegado de los Catorce Puntos de Woodrow Wilson, uno de los cuales aseguraba a Alemania que no perdería ningún territorio. Los alemanes habían pensado que la promesa de Wilson se cumpliría después de que los alemanes se hubieran rendido de buena fe. De no haber recibido esta promesa de los Catorce Puntos, los alemanes no se habrían rendido y estarían en condiciones de continuar la guerra.

La promesa se incumplió.

Además, los Aliados insistieron en que Alemania pagara reparaciones de guerra draconianas que arruinarían para siempre a la nación. Los principales judíos de Alemania se pusieron del lado de los Aliados en contra de su país natal.

Era obvio que los principales judíos se estaban beneficiando de la guerra de todas las maneras posibles, a expensas de la nación alemana y su pueblo. Los líderes judíos instigaron huelgas paralizantes en la industria armamentística, que dejaron a las tropas alemanas sin armamento adecuado. Los revolucionarios judíos se aprovecharon del debilitado estado de Alemania, que los judíos habían provocado deliberadamente con ese fin, y crearon una República Soviética en Baviera y derrocaron a la monarquía.

Los banqueros judíos alemanes cortaron el acceso de Alemania a los fondos. Los judíos alemanes sionistas se trasladaron a Londres y metieron a Estados Unidos en la guerra del lado de los británicos en el mismo momento en que Alemania estaba a punto de ganar la guerra. Las armas que se produjeron eran a menudo de calidad inferior y fueron vendidas por judíos a judíos del Gobierno alemán, lo que también dejó a las tropas alemanas sin armas adecuadas, al tiempo que hacía inmensamente ricos a los judíos.

Los banqueros judíos alemanes conspiraron con los fabricantes de armas alemanes para producir armas para ambos bandos. La prensa judeo-alemana, que al principio había hecho sonar los tambores de guerra más fuerte que nadie, se alió con los principales judíos del Gobierno alemán al final de la guerra y exigió que Alemania se sometiera a las exigencias de los Aliados, cediera vastos territorios y pagara las reparaciones.

La prensa judeo-alemana y los judíos en el Gobierno alemán, muchos de los cuales eran las mismas personas que habían llamado más ruidosamente al pueblo alemán a ir a la guerra, insistieron en que los alemanes aceptaran la responsabilidad de haber causado la guerra, aunque ellos no la habían causado. Etc. etc.

etc.

Mientras millones de alemanes morían de hambre, muchos judíos en Alemania nunca habían conocido tiempos mejores. Cada vez que alguien revelaba la verdad de lo que estaba ocurriendo, la prensa judía lo desprestigiaba inmediatamente llamándolo "antisemita". La situación era similar, aunque incluso peor, que la de los Estados Unidos de hoy.