Fabricación y venta de St Einstein - III

Título original:

The manufacture and sale of St Einstein - III

Contenido del libro:

La Primera Guerra Mundial emancipó a los judíos de Rusia. Turquía y Alemania quedaron muy debilitadas y se vieron aún más perjudicadas por las deudas injustas que se les impusieron mediante tratados traicioneros. Los judíos de Europa del Este fueron segregados y parecían listos para emigrar a Palestina, aunque la mayoría no deseaba ir. En 1916, Francia y Gran Bretaña se repartieron Oriente Medio en el Acuerdo Sykes-Picot. En la conferencia de San Remo de 1920, los británicos se concedieron el derecho a gobernar Palestina y los franceses el derecho a gobernar Siria. Los judíos presionaron para que se ratificara el Mandato de Palestina en la Sociedad de Naciones para poder imponer su falsa interpretación de la Declaración Balfour de 1917. Los sionistas políticos seguían siendo un grupo minoritario y fanático entre los judíos, y aunque muchos judíos de Europa del Este habrían estado encantados de trasladarse a Palestina, si ello hubiera significado un buen trabajo y una vida estable, muy pocos judíos occidentales deseaban abandonar sus cómodos hogares y dirigirse al desierto. La mayoría de los judíos sabían que los sionistas políticos eran fanáticos totalitarios y peligrosos terroristas. En 1921 apareció un artículo que, aunque ingenuo e inexacto en algunos puntos, presentaba varios argumentos importantes contra el movimiento sionista político, totalmente egoísta, antidemocrático y totalitario, que siguen siendo válidos hoy en día.

Se publicó en: The Atlantic Monthly, Volumen 127, Número 2, (Febrero, 1921), pp. 268-279 (nótese que los sionistas políticos racistas dominaban y censuraban los medios de comunicación de masas en la época en que hicieron del sionista político racista Albert Einstein una celebridad internacional y censuraban a sus críticos): La profecía judía había sostenido durante mucho tiempo que los gentiles debían ser soldados y esclavos de Israel. En otras palabras, Israel es una sanguijuela de las naciones gentiles, que no tiene derecho a existir y que siempre sume al mundo en la confusión. Resultaba muy persuasivo argumentar ante cualquiera que ignorara los hechos que los Protocolos eran ficticios a primera vista y que no había grupos sionistas o financieros operando entre bastidores para influir en los gobiernos y en el resultado de las guerras, como sostenía Louis Marshall, del mismo modo que resultaba persuasivo argumentar ante cualquiera que ignorara los hechos que las acusaciones de un sindicato italiano del crimen organizado operando al mismo tiempo eran ficticias. Joe Valachi ha reforzado desde entonces las acusaciones de que estas sociedades secretas, o no tan secretas, existen y que sus acciones e intenciones corruptas suponen una amenaza real para la humanidad. De hecho, la mafia italiana estaba supervisada por la mafia judía.

Benjamin Harrison Freedman, un hombre con conocimiento de primera mano de los círculos internos sionistas y comunistas, se presentó con acusaciones de que sionistas y comunistas habían corrompido el Gobierno de los Estados Unidos de América y eran responsables de la participación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial, y contribuyeron deliberadamente a las tensiones de la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial.