Hacer trampas: Ética en la vida cotidiana

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Título original:

Cheating: Ethics in Everyday Life

Contenido del libro:

El engaño está profundamente arraigado en la vida cotidiana. Los costes de las formas más comunes de engaño ascienden a cerca de un billón de dólares anuales. Parte del problema radica en que muchas personas no perciben este comportamiento como un problema grave. "Todo el mundo lo hace" es una racionalización común, que se acerca incómodamente a la verdad. Esa percepción también se autoperpetúa. Cuanto más creen los individuos que hacer trampas está muy extendido, más fácil resulta justificarlo. Sin embargo, lo más notable del análisis del problema es lo poco que se habla de él. Tanto si los estadounidenses hacen más trampas como si no, parece que se preocupan menos por ello.

En Cheating,la eminente jurista Deborah L. Rhode ofrece el único análisis exhaustivo reciente sobre el engaño en la vida cotidiana y las estrategias necesarias para hacerle frente. Dado que el engaño depende en gran medida de la situación, Rhode profundiza en sus formas más comunes en los deportes, las organizaciones, los impuestos, el mundo académico, la violación de los derechos de autor, el matrimonio y los seguros e hipotecas.

También se examinan las estrategias necesarias para hacer frente a la omnipresencia y persistencia del engaño en estos contextos. Está claro que necesitamos un mayor refuerzo cultural de la conducta ética. Los esfuerzos deben comenzar pronto, con la educación en valores por parte de padres, profesores y otros modelos que puedan mostrar y reforzar comportamientos morales. Las organizaciones deben crear culturas éticas en las que las normas informales, las políticas formales y las estructuras de recompensa promuevan la integridad. Las personas también necesitan más estímulos morales que les recuerden sus propios valores. Igualmente importantes son unas estructuras de aplicación más eficaces, que incluyan recursos adicionales y sanciones más severas. Por último, todos debemos asumir una mayor responsabilidad en la lucha contra el engaño. No sólo tenemos que someter nuestra propia conducta a normas más exigentes, sino también asumir una mayor obligación de prevenir y denunciar las conductas indebidas. Mantener una cultura que disuada activamente de hacer trampas es una responsabilidad colectiva en la que todos.

tenemos mucho que ver.