Asia Folklore Tales of Prince Yamato Take Bilingual Edition English and Spanish
La insignia del gran Imperio japonés se compone de tres tesoros considerados sagrados y guardados con celoso cuidado desde tiempos inmemoriales. Son el Yatano-no-Kagami o Espejo de Yata, el Yasakami-no-Magatama o Joya de Yasakami, y el Murakumo-no-Tsurugi o Espada de Murakumo.
De estos tres tesoros del Imperio, la espada de Murakumo, más tarde conocida como Kusanagi-no-Tsrugugi, o la espada que corta la hierba, es considerada la más preciosa y la que más honores merece, ya que es el símbolo de la fuerza de esta nación de guerreros y el talismán de la invencibilidad para el Emperador, mientras la mantiene sagrada en el santuario de sus antepasados. Hace casi dos mil años, esta espada se guardaba en los santuarios de Ite, los templos dedicados al culto de Amaterasu, la gran y hermosa diosa del Sol de la que se dice que descienden los emperadores japoneses. Hay una historia de aventuras y osadía caballeresca que explica por qué se cambió el nombre de la espada, que pasó de llamarse Murakumo a Kasanagi, que significa claro de hierba.
Una vez, hace muchos, muchos años, nació un hijo del emperador Keiko, el duodécimo en descendencia del gran Jimmu, fundador de la dinastía japonesa. Este príncipe era el segundo hijo del emperador Keiko, y se llamaba Yamato.
Desde su infancia demostró tener una fuerza, una sabiduría y un valor extraordinarios, y su padre se dio cuenta con orgullo de que prometía grandes cosas, y le quiso incluso más que a su hijo mayor. Cuando el príncipe Yamato llegó a la edad adulta (en los viejos tiempos de la historia japonesa, se consideraba que un niño alcanzaba la edad adulta a la temprana edad de dieciséis años), el reino se vio muy perturbado por una banda de forajidos cuyos jefes eran dos hermanos, Kumaso y Takeru.
Estos rebeldes parecían deleitarse rebelándose contra el Rey, quebrantando las leyes y desafiando toda autoridad.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)