Cuentos de Bilaal Ibn Rabaah el gran guerrero musulmán de África Edición tapa dura

Título original:

Tales of Bilaal Ibn Rabaah the Great Muslim Warrior from Africa Hardcover Edition

Contenido del libro:

Cuentos de Bilaal Ibn Rabaah el Gran Guerrero Musulmán de Africa Versión de Tapa Dura Siempre que Umar lbn Al jattaab mencionaba a Abu Bakr decía: "Abu Bakr es nuestro maestro y el emancipador de nuestro maestro". Es decir, Bilaal.

Ciertamente, el hombre a quien Umar le daría el agnomen "Nuestro Maestro" debe ser un hombre grande y afortunado. Sin embargo, este hombre -que era de tez muy oscura, delgado, muy alto, de pelo espeso y barba rala, según describen los narradores- difícilmente oiría las palabras de alabanza y elogio que se le dirigían y que se le concedían generosamente sin inclinar la cabeza, bajar los párpados y decir con lágrimas corriendo por sus dos mejillas: "Ciertamente, soy un abisinio. ¿Quién es este abisinio que ayer sólo era un esclavo? Es Bilaal Ibn Rabaah, el anunciador de la hora de la oración musulmana y el alborotador de los ídolos.

Fue uno de los milagros de la fe y la veracidad, uno de los grandes milagros del Islam. Porque de cada diez musulmanes, desde el comienzo del Islam hasta hoy y hasta que Allah quiera, nos encontraremos con siete, al menos, que conocen a Bilaal.

Es decir, hay cientos de millones de personas a lo largo de los siglos y las generaciones que conocen a Bilaal, recuerdan su nombre y conocen su papel igual que conocen a los dos Califas más grandes del Islam, Abu Bakr y Umar Incluso si le preguntas a un niño que todavía está en sus primeros años de primaria en Egipto, Pakistán, Malasia o China, en las dos Américas, Europa o Rusia, en Irak, Siria, Turquía, Irán o Sudán, en Túnez, Argelia o Marruecos, en las profundidades de África y en las montañas de Asia, en cualquier lugar de la tierra donde residan musulmanes, puedes preguntar a cualquier niño musulmán: "¿Quién es Bilaal, niño? Te responderá: "Era el muecín del Mensajero (PBSCE) y era el esclavo cuyo amo solía torturarlo con piedras ardientes para que apostatara". Pero en lugar de eso dijo: "Uno, Uno".