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El Estado servil» de Hilaire Belloc critica el capitalismo y el socialismo, argumentando que ambos conducen a un estado servil en el que los individuos pierden su libertad. El libro promueve el Distributismo como modelo económico más justo, haciendo hincapié en la propiedad generalizada. Muchos lectores encontraron las ideas provocativas y esclarecedoras, mientras que otros criticaron la mala edición y la falta de profundidad de la edición.
Ventajas:El libro presenta un modelo económico alternativo (Distributismo) que desafía a los sistemas capitalistas y socialistas existentes. Es fácil de leer, invita a la reflexión y profundiza en la comprensión de la historia y las estructuras económicas. Muchos lectores apreciaron la previsión de Belloc y la relevancia de sus argumentos en la actualidad.
Desventajas:Varios lectores señalaron graves problemas de edición, como erratas y problemas de formato que mermaron la experiencia de lectura. Algunos consideraron que el libro carecía de contenido y era demasiado prolijo, y opinaron que podría condensarse considerablemente sin perder su esencia. Los detractores argumentaron que los supuestos de Belloc sobre los sistemas económicos podían ser excesivamente simplistas o erróneos.
(basado en 55 opiniones de lectores)
The Servile State
En su tratado sobre la historia económica europea (El Estado servil, 1912), Hilaire Belloc analiza los numerosos fallos del sistema capitalista. Explica que el capitalismo surgió de la Reforma inglesa, alcanzó su forma actual durante la Revolución Industrial de Inglaterra y desde allí se exportó al resto del mundo.
«Fue en Inglaterra donde surgió el Sistema Industrial. Fue en Inglaterra donde se formaron todas sus tradiciones y hábitos; y puesto que la Inglaterra en la que surgió era ya una Inglaterra capitalista, el industrialismo moderno, dondequiera que lo veáis en funcionamiento hoy en día, habiéndose extendido desde Inglaterra, ha procedido según el modelo capitalista». Belloc también sugiere que el capitalismo ha suplantado a otro sistema anterior, que se había desarrollado en toda la Europa católica, un sistema que él y su buen amigo G.
K. Chesterton denominaban «distributismo».
«La propiedad era una institución propia del Estado y disfrutada por la gran masa de sus ciudadanos. Las instituciones cooperativas, las regulaciones voluntarias del trabajo, restringían el uso completamente independiente de la propiedad por parte de sus dueños sólo para mantener intacta esa institución y evitar la absorción de la pequeña propiedad por la grande. «Este excelente estado de cosas al que habíamos llegado después de muchos siglos de desarrollo cristiano, y en el que la vieja institución de la esclavitud había sido finalmente eliminada de la Cristiandad, no sobrevivió en todas partes.
En Inglaterra, en particular, se arruinó. »
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)