La sitcom Will & Grace (1998-2006, 2017-20) cambió el panorama de los medios de comunicación y su tratamiento de los temas queer al contar con un protagonista abiertamente gay, Will Truman, en el horario de máxima audiencia de la televisión. Will, junto con su mejor amiga Grace Adler y sus constantes compañeros Jack McFarland y Karen Walker, participaban en muchas travesuras estereotipadas de las comedias de situación impregnadas de giros decididamente queer.
A pesar del carácter innovador de la serie, su precisión y responsabilidad en la representación de los hombres homosexuales -y de la cultura queer en general- ha sido cuestionada a lo largo de su andadura inicial y de su reinicio. El autor Tison Pugh sitúa la sitcom en su contexto histórico de finales de los 90 y principios de los 2000, considerando cómo contribuyó a los debates contemporáneos sobre la vida queer. Will & Grace regresó en la era de Trump, ofreciendo a los espectadores otra oportunidad de disfrutar de la compañía de estos personajes extravagantes pero relacionables mientras lidiaban con cambios sísmicos en el clima político de la nación.
Pugh demuestra que, a pesar de anunciar una nueva era de representación queer, los personajes de la serie se homogeneizaron a través de la blancura de clase alta para normalizar la homosexualidad para una audiencia estadounidense mayoritaria. Al negociar los protocolos de la televisión en red y los deseos de las audiencias tanto homosexuales como heterosexuales, esta serie pionera permanece al mismo tiempo atormentada por los estereotipos queer de larga data y liberada de ellos.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)