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The Case for Contention: Teaching Controversial Issues in American Schools
Desde las peleas sobre la enseñanza de la evolución hasta los detalles de la educación sexual, puede parecer que las escuelas estadounidenses son focos de controversia. Pero, como muestran Jonathan Zimmerman y Emily Robertson en este perspicaz libro, es precisamente porque estos temas son tan incendiarios fuera de las escuelas por lo que suelen evitarse dentro de ellas. Y esto, argumentan, es un tremendo perjuicio para nuestros alumnos. Armados con una detallada historia del desarrollo de la política y las normas educativas americanas y un claro análisis filosófico del valor de la contención en el discurso público, demuestran que una de las mejores cosas que deberían hacer las escuelas americanas es enfrentarse a los temas controvertidos sin rodeos, directamente en sus aulas.
Zimmerman y Robertson ponen de relieve un aspecto de la política estadounidense que conocemos demasiado bien: Somos pésimos a la hora de mantener debates informados y razonables. En lugar de eso, optamos por lanzarnos insultos y acusaciones unos a otros o, peor aún, por sentarnos en silencio y ridiculizar en privado a la otra parte. ¿No mejoraría nuestra cultura pública y nos ayudaría a superar los callejones sin salida políticos que nos asolan hoy en día un sistema educativo que se centrara en cómo mantener esos debates de forma civilizada y mutuamente respetuosa? Para hacer realidad un sistema así, los autores sostienen que no sólo necesitamos preparar mejor a nuestros educadores para la enseñanza de cuestiones candentes, sino también proporcionarles la autonomía profesional y la protección jurídica necesarias para hacerlo. Y necesitamos saber exactamente qué constituye una controversia, que es en sí misma una cuestión controvertida. La existencia del cambio climático, por ejemplo, no debería ser objeto de debate en las escuelas: los científicos están abrumadoramente de acuerdo en que existe. Sin embargo, cómo priorizarlo frente a otras necesidades, como el crecimiento económico, eso sí merece un debate.
Con claridad y sabiduría de sentido común, Zimmerman y Robertson demuestran que nuestra timidez ante la controversia en el aula ha dejado a nuestros estudiantes lamentablemente desatendidos como futuros ciudadanos. Pero también demuestran que podemos arreglarlo: si todos aceptamos discrepar, en una atmósfera de respeto mutuo.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)