Puntuación:
El libro «Let There Be Science» explora la relación entre ciencia y cristianismo, con el objetivo de tender puentes entre ambos campos. Está repleto de historias atractivas y trata de demostrar que la curiosidad científica es una parte integral de la naturaleza humana que puede coexistir con la fe. Aunque muchos lectores aprecian su perspectiva fresca y su accesibilidad, algunos críticos sostienen que el libro se inclina hacia la apologética cristiana y pasa por alto los conflictos históricos entre ciencia y religión.
Ventajas:El libro está bien escrito y es accesible, haciendo comprensibles ideas complejas para los no científicos. Ofrece relatos atractivos que estimulan la curiosidad y las conversaciones sobre ciencia y fe. Muchos lectores lo encuentran esclarecedor, inspirador de confianza en la relación entre fe y ciencia, y aprecian sus nuevas perspectivas sobre antiguos debates.
Desventajas:Los críticos sostienen que el libro puede no abordar adecuadamente los conflictos históricos entre el cristianismo y la ciencia, presentando una visión un tanto optimista de su relación. Algunos críticos opinan que hace apologética cristiana y simplifica en exceso las aportaciones históricas a la ciencia de otras culturas, sobre todo durante los periodos en que la doctrina cristiana reprimía la investigación científica.
(basado en 16 opiniones de lectores)
Let There Be Science: Why God Loves Science, and Science Needs God
¿Por qué la ciencia ha prosperado sistemáticamente allí donde se encuentra la fe cristiana? ¿Por qué tantos grandes científicos -del pasado y del presente- atribuyen su motivación y sus descubrimientos, al menos parcialmente, a sus creencias cristianas? ¿Por qué los antiguos escritos de la Biblia están tan llenos de preguntas sobre los fenómenos naturales? Y, quizá lo más importante de todo, ¿por qué todo esto es prácticamente desconocido para el gran público? Con demasiada frecuencia, la ciencia se ha presentado al mundo exterior como una empresa robótica, distante e impasible. Demasiado a menudo se tacha al cristianismo de superstición ancestral.
En realidad, no es así. La ciencia es una actividad profundamente humana, y el cristianismo es profundamente razonable. Quizá por eso, desde la antigüedad hasta hoy, muchas personas han estado profundamente comprometidas con ambas y nos han ayudado a comprender cada vez mejor el extraordinario mundo en que vivimos.
Cuando los autores Tom McLeish y David Hutchings examinan la historia de la ciencia y analizan el papel que ha desempeñado el cristianismo, descubren una poderosa razón subyacente para hacer ciencia en primer lugar. Ejemplo tras ejemplo, desde el año 4000 a.C.
hasta nuestros días, demuestran que el pensamiento con una visión cristiana del mundo ha estado íntimamente relacionado, y a veces incluso ha sido directamente responsable, de algunos de los mayores avances jamás logrados. En última instancia, describen a un Dios bíblico que ama a la Ciencia, y a una Ciencia que realmente necesita a Dios.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)