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Fue desde Londres, en marzo de 1848, cuando Hector Berlioz decidió comenzar a escribir sus Mmoires. Aún no había cumplido los cuarenta y cinco años.
Aún le quedaban veintiún años de vida, pero aparte de que no lo sabía, y aunque su salud le atormentaba, nada le hacía pensar que sus días estaban contados. ¿Por qué siente la necesidad de repasar su vida para dar cuenta de ella a la posteridad? ¿Intuición de ruptura o pérdida de confianza? ¿Nostalgia de su tierra natal en el exilio londinense, necesidad de ganarse la vida? Todas estas razones confusas contribuyen a una sensación de hastío, pero también determinan un despertar de la conciencia, afirmando una obra y una persona ante la inminencia de su desaparición. El fracaso de la puesta en escena de La Damnation de Faust en la Opra-Comique, en diciembre de 1846, fue quizá el primer indicio de este riesgo.
No tanto porque la empresa le arruinara, sino porque el público culto de París se mostró indiferente. La caída de los Burgraves de Hugo había dado muestras de un declive similar en 1843.
La producción de Les Mmoires marcó así un giro histórico que cristalizó nociones de nostalgia e incomprensión largamente arraigadas. La creación de una imagen heroica y poética del Romanticismo en 1830 se materializó en la elección del género literario.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)