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El libro «Los hombres alegres y otros cuentos y fábulas», de Robert Louis Stevenson, presenta una variedad de entretenidos relatos cortos que muestran sus habilidades narrativas. Aunque algunos lectores encuentran los cuentos ricos y atractivos, otros opinan que esta colección no se encuentra entre las mejores obras de Stevenson y puede no resultar atractiva para quienes no estén familiarizados con su estilo.
Ventajas:Relatos atractivos con una mezcla de suspense, humor y descripciones vívidas. Los relatos abarcan una amplia gama de géneros y temas, proporcionando una experiencia entretenida. Cuentos notables como «Los hombres alegres», «Will o' the Mill» y «Olalla» destacan por su calidad y profundidad. Los seguidores de la obra de Stevenson aprecian su singular voz narrativa.
Desventajas:Algunos relatos se perciben como poco interesantes o carentes de profundidad. Se hace mucho hincapié en los elementos descriptivos, lo que algunos lectores consideran tedioso. El uso del dialecto escocés en «Thrawn Janet» supone un reto para algunos lectores. En general, la colección puede no ser del agrado de quienes no sean fans de Stevenson.
(basado en 4 opiniones de lectores)
The Merry Men
Compre uno de los libros clásicos de 1st World Library y ayude a mantener nuestra biblioteca gratuita de libros electrónicos descargables en Internet. Visítenos en línea en www.1stWorldLibrary.ORG - - ERA una hermosa mañana de finales de julio cuando partí a pie por última vez hacia Aros. Un barco me había llevado la noche anterior a Grisapol.
Tomé el desayuno que ofrecía la pequeña posada y, dejando todo mi equipaje hasta que tuviera ocasión de volver a buscarlo por mar, atravesé el promontorio con el corazón alegre. Yo distaba mucho de ser oriundo de aquellos parajes, pues procedía de una estirpe sin mezcla de tierras bajas. Pero un tío mío, Gordon Darnaway, después de una juventud pobre y dura, y algunos años en el mar, se había casado con una joven esposa en las islas.
Se llamaba Mary Maclean, la última de su familia.
Y cuando ella murió al dar a luz a una hija, Aros, la granja bordeada por el mar, había quedado en su poder. No le aportaba nada más que los medios de vida, como bien sabía.
Pero era un hombre al que la desgracia había perseguido.
Temía, cargado como estaba con la niña, aventurarse de nuevo en la vida.
Y permaneció en Aros, mordiéndose las uñas ante el destino. Los años pasaron por encima de su cabeza en aquel aislamiento, y no le trajeron ni ayuda ni satisfacción. Mientras tanto, nuestra familia se extinguía en las tierras bajas.
Hay poca suerte para los de esa raza.
Y quizá mi padre fue el más afortunado de todos, pues no sólo fue uno de los últimos en morir, sino que dejó un hijo a su nombre y un poco de dinero para mantenerlo. Yo estudiaba en la Universidad de Edimburgo y vivía bastante bien a mi cargo, pero sin familia.
Cuando algunas noticias mías llegaron a oídos del tío Gordon en el Ross de Grisapol.
Y él, como era hombre de sangre más espesa que el agua, me escribió el día que supo de mi existencia, y me enseñó a considerar Aros como mi hogar. Así fue como llegué a pasar mis vacaciones en aquella parte del país, tan alejada de toda sociedad y comodidad, entre el bacalao y los moros.
Y así fue como ahora, cuando había terminado mis clases, regresaba allí con el corazón tan ligero aquel día de julio.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)