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Wilson's War: Sir Henry Wilson's Influence on British Military Policy in the Great War and Its Aftermath
Hoy en día, al igual que hace un siglo, el mariscal de campo Sir Henry Wilson es el arquetipo de personaje al que "se ama o se odia". Una mente ágil, una lengua afilada, ingeniosa y a veces malvada, y el autor de diarios llenos del tipo de comentarios coruscantes con los que sólo sueña el editor de un periódico sensacionalista moderno. Wilson disfrutaba codeándose con los políticos tanto como con sus compañeros soldados, a menudo para disgusto tanto de los "vestidos" como de los "casacas". Los primeros, según el relato aceptado, lo consideraban dócil, ingenuo y dispuesto a cumplir sus órdenes. Los segundos, nos dicen, lo consideraban indigno de confianza, mendaz y superficial. Sin embargo, durante su vida, Henry Wilson contó con muchos admiradores genuinos, entre los que se encontraban figuras destacadas de los estamentos político y militar.
A diferencia de muchos de sus compañeros, Wilson no pudo presentar pruebas en su propia defensa en la batalla de las Memorias que siguió a la Gran Guerra. Poco después de su muerte a manos de asesinos republicanos irlandeses, su reputación se vio arruinada por la publicación de una biografía basada en sus francos diarios. Los enemigos de Wilson vieron confirmadas sus sospechas, y sus amigos se vieron a menudo criticados por sus garabatos nocturnos.
Estudios más recientes han examinado las intervenciones de Wilson en la causa del unionismo irlandés y han revelado a un "soldado político" dispuesto y capaz de luchar por ello en los pasillos del poder. Este estudio se centra, en cambio, en el impacto de Wilson en el desarrollo y la ejecución de la política militar británica durante la Gran Guerra. La contribución de Wilson a los preparativos del ejército británico para la guerra es conocida por los historiadores militares, pero su papel en la configuración de la política en los últimos 18 meses del conflicto merece una mayor atención.
En 1917 Wilson no estaba de acuerdo con la costosa estrategia de desgaste tanto de Sir Douglas Haig, comandante de las fuerzas británicas en Francia, como de Sir William Robertson, principal asesor militar del gobierno en la Oficina de Guerra. Era un escepticismo compartido por el Primer Ministro británico David Lloyd George, que encontró las opiniones de Wilson refrescantemente diferentes. Como resultado, Wilson puso fin a una nueva ofensiva británica a principios de 1918 y contribuyó decisivamente a la creación del Consejo Supremo de Guerra, diseñado para coordinar mejor la estrategia militar aliada. A continuación dominó el trabajo de este organismo, estableciendo sus prioridades estratégicas y poniendo en marcha estructuras que facilitaron la adopción de la unidad de mando en el Frente Occidental.
Como demuestra este estudio, Wilson no fue ni el incauto de los políticos ni el desventurado siervo de mentes militares más brillantes que la suya. Por el contrario, sus habilidades diplomáticas ayudaron a preservar la frágil alianza anglo-francesa, tanto en las primeras fases de la guerra como hacia su final. Su periodo como Jefe del Estado Mayor Imperial a partir de febrero de 1918 le permitió caminar con éxito por la cuerda floja entre los políticos y los líderes militares y mantener las frágiles relaciones entre civiles y militares. Tras el conflicto, Wilson contribuyó a forjar el futuro imperial de Gran Bretaña, para bien y para mal.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)