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El libro «La filosofía pública», de Walter Lippmann, explora la importancia de una ciudadanía informada y los límites de la democracia, ofreciendo una visión del panorama político de 1955 que muchos críticos consideran intemporal y relevante hoy en día. Aunque algunos aprecian la profundidad intelectual y la filosofía política de Lippmann, hay críticas relativas al estado físico del libro y a parte de su contenido.
Ventajas:Una exploración perspicaz de la democracia y la filosofía política, relevante para los problemas contemporáneos, con un contenido rico que invita a la reflexión, un recurso valioso para los estudiantes de ciencias políticas y un clásico que critica los peligros del gobierno de la mayoría sin control.
Desventajas:La presentación física del libro puede ser deficiente (por ejemplo, ejemplares marcados que desvirtúan la experiencia de lectura), algunos encuentran partes del texto aburridas o elitistas, y el estilo de redacción puede no resultar atractivo para todos los lectores.
(basado en 10 opiniones de lectores)
The Public Philosophy
Comenzada en 1938 y terminada sólo en 1955, The Public Philosophy ofrece tanto un vistazo a la filosofía privada del principal periodista estadounidense del siglo XX como a una filosofía pública.
La base del esfuerzo de Lippmann es que existe un profundo desorden en nuestra sociedad que no procede de las maquinaciones de nuestros enemigos y de los adversarios de la condición humana, sino de nosotros mismos. También proporciona un tipo especial de legado al liberalismo en su sentido más amplio - como el enfoque raíz de la existencia humana que podía proporcionar civismo y acomodación frente a las incivilidades y el extremismo, y que se enfrentó de forma única a las contrarrevoluciones totalitarias desde el jacobismo hasta el leninismo.
Esta obra es una defensa magistral de la filosofía pública como tradición constitucional, y puede leerse fácilmente como tal en la actualidad. Paul Roazen, identificado desde hace tiempo con el análisis de la obra de Lippmann, señala que por muy mordazmente que Lippmann diseccionara la democracia y la fe populista en la sabiduría del pueblo, seguía tratando de estudiar el mundo para ayudar a gobernarlo. Su constante flujo de escritos periodísticos tenía la intención educativa de elevar el nivel de conocimiento del público.
Su convicción racionalista de que la lucidez sobre los asuntos públicos puede transmitirse eficazmente a la gente no es más evidente en ninguna parte que en La filosofía pública. En este sentido, es un argumento a favor del ideal democrático de que la gente puede movilizarse en defensa del interés público.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)