La fe de un físico

Título original:

Faith of a Physicist

Contenido del libro:

"Se ha puesto de moda escribir libros con títulos como Religión en la era de la ciencia (Barbour), Teología para una era científica (Peacocke) o Teología en la era del razonamiento científico (Murphy). Significan el reconocimiento de que la interacción entre la ciencia y la reflexión religiosa no se limita a aquellos temas (como la historia cósmica) sobre los que ambas disciplinas ofrecen conocimientos complementarios.

Implica también un compromiso con hábitos de pensamiento que son naturales en una cultura muy influida por el éxito de la ciencia. Adoptar esta postura no es someterse a la esclavitud del espíritu de la época, sino simplemente reconocer que vemos las cosas desde donde estamos, con todas las oportunidades y limitaciones inherentes a esa perspectiva concreta..... Mi preocupación es explorar hasta qué punto podemos utilizar la búsqueda de una comprensión motivada, tan afín a la mente científica, como vía para poder hacer nuestra la sustancia de la ortodoxia cristiana.

Por supuesto, hay algunas revisiones necesarias en el proceso, pero no creo que haya que abandonar una teología trinitaria y de la encarnación en favor de una teología atenuada de una Mente Cósmica y un maestro inspirado, supuestamente más accesible a la mente moderna.

Un científico espera que una teoría fundamental sea dura, sorprendente y apasionante. "En todo momento, mi objetivo será buscar una comprensión basada en una evaluación cuidadosa de los fenómenos como guía de la realidad.

Del mismo modo que no puedo considerar la ciencia como una mera forma instrumental de hablar que sirve para hacer las cosas, tampoco puedo considerar la teología como una mera colección de historias que motivan una actitud ante la vida. Debe estar anclada en la realidad de las cosas y en cómo suceden.... Un pensador ascendente está obligado a preguntar: ¿Qué te hace pensar que esta historia es un relato verosímil de la Realidad? El anclaje del cristianismo en la Historia es de agradecer, a pesar de sus peligros.

Para mí, la Biblia no es ni un relato inerrante de la verdad proposicional ni un compendio de símbolos intemporales, sino un relato históricamente condicionado de ciertos encuentros y experiencias significativos. Leída de ese modo, creo que puede proporcionar la base para una creencia cristiana ciertamente revisada a la luz de nuestros conocimientos del siglo XX, pero que se reconoce contenida dentro de una envoltura de comprensión en continuidad con el desarrollo de la doctrina de la Iglesia a lo largo de los siglos". - de la introducción.