Evangelio e Historia

Título original:

Gospel and History

Contenido del libro:

Evangelio e Historia retoma el tema donde lo dejó Reflexiones bíblicas sobre la historia, pero con la ventaja añadida de unos 30 años de experiencia de vida en la iglesia y la sociedad entre ambos, de hecho, todo el período de posguerra de los recuperados años cincuenta y los revolucionarios sesenta. Había pasado mucha agua bajo el puente, y lo mismo ocurría con la filosofía reformista. En muchos aspectos, la teología se estaba volviendo liberal, y Popma dedica mucho tiempo a refutar la razón de ser de ese giro, la supuesta necesidad de mantenerse al día, de seguir el ritmo del "hombre moderno". Por su parte, la verdadera comprensión histórica debe tener en cuenta la narración bíblica, y más que eso, debe tomarla en serio. Por ejemplo:

"Nosotros, en virtud de nuestra propia humanidad, (estamos obligados a) conocer personalmente a la primera pareja humana, inexpertos e inocentes como eran. Es una tarea difícil, pero no imposible, siempre que estemos dispuestos a entrar en una relación que nos convierta en contemporáneos de Adán y Eva. El llamado "hombre moderno": ¿es realmente tan moderno? ¿O es esa modernidad una mera excusa para echarse atrás en su simple tarea humana? -'El hombre moderno no puede aceptar esto', es decir, se niega a aceptarlo. Así ha sido a lo largo de los tiempos. No es en absoluto 'moderno'" (p. 167).

"Es sumamente insensato... afirmar que este (como tal mítico) hombre moderno no puede aceptar la ascensión de Cristo. Las preguntas sin respuesta (y por ahora sin respuesta) relativas a la ascensión de Cristo al cielo ya existían para los apóstoles que habían presenciado la ascensión con sus propios ojos. Nuestra historicidad no difiere mucho de la de las personas que vivieron hace dos mil años. Parlotear sobre el "hombre moderno" puede suscitar pseudoproblemas con los que se ocultan las verdaderas dificultades" (p. 186).

Se supone que el "hombre moderno" ha descubierto, con los medios culturales de los tiempos "modernos", que, vistos desde una perspectiva "moderna", los demonios no "existen", aunque sí existían para los apóstoles porque su modelo cultural dejaba mucho espacio para la "existencia" de demonios, poderes cósmicos, fuerzas espirituales del mal. Un historicismo de este tipo conlleva la necesidad de una revisión general y la invalidación del mensaje bíblico" (p. 187).

Por el contrario, una visión evangélica de la historia, basada en las Escrituras, debe tener en cuenta esos datos como "hechos concretos" (título de otra de las exploraciones escriturísticas de Popma), y al hacerlo se llega a una nueva visión de la historia, que se remonta incluso a antes de la creación material, a la de los ángeles y los demonios, y tiene en cuenta toda la historia a partir de ese momento, precisamente como historia de la salvación. La acción de Dios en la historia es una serie de juicios aparentemente ineficaces, pero que en realidad dan origen a un mundo nuevo, revelado en el Juicio Final.

Y la historia se extiende hacia el futuro más allá de ese juicio final. Porque la historia no tiene fin real, salvo para los arrojados a las tinieblas exteriores, que como tales ya no pueden participar en ella. "La historia ya existía cuando Dios, a través de la Madre Promesa, declaró que la historia era la historia de la salvación..... La historia seguirá existiendo cuando la salvación se haya consumado: después del Juicio Final y de la resurrección de la carne, la historia continuará -incluso podría decirse: entonces la historia comienza en serio, en el segundo y último Paraíso, que eclipsará con creces al primero en gloria. El mandato cultural continuará; su campo de actividad será inmenso" (p. 83).

En definitiva, "el sentido de la historia consiste en que Dios quiere unir todas las cosas en Cristo, las del cielo y las de la tierra" (p. 98). En manos de Popma, la historia se convierte en algo mucho más grande de lo que podemos imaginar, y con razón.