In the House of My Pilgrimage
La vida temprana de Don Sheehan, plagada por la violencia alcohólica de su padre, fue al mismo tiempo bendecida por las buenas historias que este hombre inteligente leía en voz alta a sus hijos.
En su adolescencia, descontento en la escuela, Don se unió a una banda callejera y luego a la Reserva del Ejército, donde descubrió que había renunciado a la violencia. Cuando cumplió dieciocho años, al encontrarse por casualidad con la biblioteca de su puesto, fue directo a un libro de poemas japoneses.
Éste, a su vez, fue directo a su corazón, durante ocho horas. Por fin había vuelto a casa. La casa de la peregrinación de Don abarca un amplio territorio: espiritual, lírico, erudito, normalmente todo a la vez.
En el mejor de los casos, lo que podemos sacar de dedicarnos a estos ensayos es una forma de caer en el corazón para abrazar, sufrir y, en Cristo, transfigurar las «oposiciones ruinosas» del mundo. Al hacerlo, cumplimos lo que San Máximo el Confesor consideraba nuestra vocación humana: unificar las polaridades incrustadas en la creación de Dios y así hacer, no sólo a nosotros mismos, sino a toda la Creación entera.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)