El Libro Maravilloso de la Química

Opiniones de los lectores

El libro ha recibido críticas positivas y negativas. Muchos lectores aprecian su atractivo estilo de redacción y su valor educativo, sobre todo para los niños, mientras que algunos expresan su descontento con ediciones concretas que presentan graves problemas de formato.

Estilo de redacción atractivo, explicaciones de química informativas y accesibles para los niños, gran calidad para uso educativo y tono cálido adecuado para la lectura en familia. Muchos usuarios lo encontraron ameno y adecuado para la enseñanza con métodos de libro viviente.

Algunas ediciones tienen un formato deficiente, con texto diminuto, numerosas erratas y carecen de índice, lo que dificulta su lectura. Unos pocos lectores se sintieron decepcionados debido a discrepancias entre la edición que recibieron y la vista previa mostrada.

(basado en 12 opiniones de lectores)

Título original:

The Wonder Book of Chemistry

Contenido del libro:

Traducido por Florence Constable Bicknell. Una maravillosa introducción al mundo de la química, diseñada específicamente para los lectores más jóvenes con la intención de despertar su interés por la ciencia.

Utilizando objetos cotidianos que se encuentran en casa o en la tienda del barrio, este libro plantea una historia en la que un "tío Paul" enseña a sus dos sobrinos los secretos de la construcción de un volcán artificial; cómo prender fuego a los metales; las propiedades inflamables del agua; cómo hacer que el fuego se caliente más; cómo hacer que suban las pompas de jabón; cómo fabricar tinta invisible; la ciencia que hay detrás de los vinos, sidras y cervezas efervescentes; cómo se alimentan las plantas del carbono, el agua y el aire, y mucho más. Del prefacio del traductor: "No hay que pasar por alto el interés personal y biográfico del libro. Los niños Jules y Emile son los propios hijos del autor, fielmente retratados hasta en los nombres que llevan.

Con su estilo cautivador, el hombre de gran erudición se convierte a la vez en profesor y camarada de sus jóvenes oyentes, y nos enteramos de que "sus lecciones de química tuvieron especialmente un gran éxito". "Con aparatos de su propia invención y del tipo más simple, podía llevar a cabo una gran cantidad de experimentos elementales, los aparatos, por regla general, consistían en los materiales más ordinarios, tales como un frasco o botella común, un viejo tarro de mostaza, un vaso, una pluma de ganso o el tallo de una pipa.

"Una serie de fenómenos asombrosos asombraron a sus maravillados ojos. Les hizo ver, tocar, gustar, manejar y oler, y siempre 'la mano asistió a la palabra', siempre 'el ejemplo acompañó al precepto', pues nadie valoró más plenamente la profunda máxima, tan descuidada e incomprendida, de que 'ver es saber'.

"Aunque las criaturas vivas reclamaban necesariamente los primeros afectos del naturalista, éste, sin embargo, 'anima incluso los simples cuerpos elementales, celebrando las maravillosas actividades del aire, la violencia de la clorina, las metamorfosis del carbono, las bridas milagrosas del fósforo, ' y los 'esplendores que acompañan el nacimiento de una gota de agua'".