Puntuación:
La colección de Sylvia Plath, «Crossing the Water», es bien recibida por su retrato de la mente humana y la transición en su estilo poético. Muchos lectores aprecian su profundidad y la claridad de la visión de Plath, destacando el equilibrio entre oscuridad y resistencia en su obra. Sin embargo, el estado del libro al recibirlo suscita cierta preocupación.
Ventajas:Los lectores alaban la destreza poética de Plath, la profundidad temática de la colección, la poesía accesible y la fuerte expresión emocional sin autocompasión. La colección se considera mágica y de lectura obligada para los admiradores de Plath.
Desventajas:Algunos lectores han tenido problemas con el estado físico del libro, como páginas sueltas o marcas en el interior cuando esperaban un ejemplar nuevo. Además, un usuario pidió por error el libro equivocado.
(basado en 14 opiniones de lectores)
Crossing the Water
Cumbres Borrascosas.
Los horizontes me suenan como maricas.
Inclinados y dispares, y siempre inestables.
Tocados por una cerilla, podrían calentarme,.
Y sus finas líneas chamuscan.
El aire a naranja.
Antes de que las distancias se evaporen.
cargando el pálido cielo de un color solideo.
Pero sólo se disuelven y disuelven.
Como una serie de promesas, a medida que avanzo.
No hay vida más alta que los pastos.
O los corazones de las ovejas, y el viento.
Pasa como el destino, doblándose.
Todo en una dirección.
Puedo sentir que lo intenta.
Para canalizar mi calor lejos.
Si presto a las raíces del brezo.
Demasiada atención, me invitarán
A blanquear mis huesos entre ellas.
Las ovejas saben dónde están.
Navegando en sus sucias nubes de lana.
Grises como el tiempo.
Las ranuras negras de sus pupilas me acogen.
Es como ser enviado al espacio.
Un mensaje delgado y tonto.
Van disfrazadas de abuelas.
Todo rizos de peluca y dientes amarillos.
Y baas duras y margosas.
Llego a los surcos de las ruedas y al agua.
Límpida como las soledades.
Que huyen a través de mis dedos.
Las puertas huecas van de hierba en hierba;
Dintel y umbral se han desencajado.
De la gente sólo el aire.
Recuerda algunas sílabas extrañas.
Las repite gimiendo:
Piedra negra, piedra negra.
El cielo se apoya en mí, en mí, el erguido.
Entre todos los horizontales.
La hierba bate su cuenta distraídamente.
Es demasiado delicada.
Para una vida en semejante compañía;
La oscuridad la aterra.
Ahora, en valles estrechos.
Y negras como monederos, las luces de las casas.
Brillan como pequeñas monedas.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)