Cómo pilotan las abejas voladoras y otras maravillas de los artrópodos

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Título original:

How Flying Bees Pilot, and other arthropod wonders

Contenido del libro:

Tras publicar, con Ted Bullock, la obra en dos volúmenes Neurobiología de los invertebrados, en 1962 Adrian seleccionó un nuevo tema y creó un grupo en St Andrews (y más tarde en la Universidad Nacional de Australia), especializado en la óptica, la anatomía neuronal y la electrofisiología del ojo compuesto de los artrópodos, que ofrecía una gran variedad de temas.

La anatomía neuronal de los sistemas visuales de los insectos fue un estudio clásico a principios del siglo XX, pero dio pocas explicaciones sobre cómo las células nerviosas, las fibras y sus conexiones podían explicar algo. La electrofisiología comenzó a mediados de siglo como una novedad y generó mucha biofísica interesante de las neuronas, y de sus membranas y sinapsis (útil para las ciencias médicas), pero pocas explicaciones del origen de los patrones de comportamiento. El problema era que se hacían grabaciones de la actividad, pero no se desvelaban los significados de los mensajes de las neuronas, salvo en los sistemas sensoriales periféricos.

En 1990, el interés se había desplazado hacia la percepción del color y el reconocimiento del lugar por parte de la abeja melífera, que se entrena fácilmente para volver a un objetivo. Este análisis reveló un pequeño número de detectores de rasgos responsables que, en conjunto, revelaban la naturaleza de los mensajes, pero no qué neuronas estaban activas. Sin embargo, pudimos explicar cómo las abejas melíferas reconocen, distinguen y aprenden los lugares, incluidos los de búsqueda de alimento.

El último paso, que ahora se desarrolla progresivamente en este relato de descubrimientos recientes, es la detección y el análisis innatos del propio entorno tridimensional de la abeja melífera, sin recompensa, para detectar las posiciones de los objetos circundantes a partir de los movimientos relativos causados por el paralaje cuando las propias abejas se mueven en vuelo. Esto permite explicar la asombrosa resolución y el gran número de ejes del ojo de los insectos.

Estos resultados ilustran aún más la ventaja de ceñirse a un sistema natural o familia de esfuerzos de investigación, e incrustarse profundamente en temas relacionados, porque hace falta un esfuerzo persistente para comprender el antiintuitivo mundo natural.

Más información en mi sitio web: www.adrian-horridge.org.