Young-sé Lee se marchó de Corea a Francia con su familia siendo aún muy joven. Comenzó a pintar en el taller de su padre, Ungno Lee, antes de asistir a la Grande Chaumière y a la École des Beaux-Arts de París. Aunque decididamente moderno, su obra está enraizada en la tradición asiática tanto en términos temáticos como técnicos.
Su principal fuente de inspiración es la naturaleza, abordada de manera libre y no formal. El agua, la piedra, la tierra y la corteza se revelan a través de los efectos de tintas naturales de origen coreano sobre papel Hanji, papel tradicional coreano fabricado con la corteza de la morera de papel.
Mediante una técnica de impresión desarrollada por él mismo, Young-sé Lee coloca papel empapado en tinta y agua sobre gruesos bloques de madera previamente grabados con motivos abstractos. El papel colocado sobre el bloque recoge así sus vetas, trazos y formas de tal manera que la acción del escultor y la textura original de la madera toscamente tallada se hacen visibles. Junto con la fluidez de la tinta, la combinación de esta tosquedad física y la nobleza del papel sobre el que deja su huella dota a sus obras de una armonía equilibrada entre fuerza y ligereza. Rozando lo intangible, invitan a la contemplación del espectador.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)