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Divergent Tracks: How Three Film Communities Revolutionized Digital Film Sound
Al examinar tres estudios de caso de bandas sonoras premiadas de películas de culto -Barton Fink (1991), Drácula de Bram Stoker (1992) y El paciente inglés (1996)-, queda claro que las principales comunidades cinematográficas estadounidenses, al enfrentarse a los cambios tecnológicos iniciales de la década de 1990, experimentaron retos similares con la poco elegante transición de lo analógico a lo digital.
Sin embargo, sus diferencias culturales y laborales estructurales gobernaron resultados diferentes. Vanessa Ament, autora de The Foley Grail (2009), en lugar de definir la década de 1990 como una era de determinismo tecnológico -una lectura superficial-, se entiende mejor como una en la que los profesionales del sonido se hicieron más viables como artistas, colaboraron en la autoría del diseño de sonido e influyeron en esta transición digital para acomodar mejor sus necesidades y deseos en su trabajo.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)