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Una economía, muchas recetas», de Dani Rodrik, ofrece una nueva perspectiva sobre el crecimiento económico, haciendo hincapié en un enfoque pragmático a través de “diagnósticos de crecimiento”. El libro desafía la sabiduría convencional al ilustrar que las estrategias económicas exitosas pueden variar enormemente entre países y contextos. Rodrik aboga por reformas políticas a medida que se centren en las limitaciones específicas del crecimiento, en lugar de adherirse a un modelo único para todos. Su discurso incluye el papel de la política industrial, la importancia del conocimiento local y los escollos de las recetas económicas globales.
Ventajas:Proporciona marcos perspicaces y pragmáticos para entender el crecimiento económico.
Desventajas:Desafía las teorías económicas convencionales, fomentando diversas estrategias adaptadas a contextos específicos.
(basado en 16 opiniones de lectores)
One Economics, Many Recipes: Globalization, Institutions, and Economic Growth
En Una economía, muchas recetas, el destacado economista Dani Rodrik sostiene que ni los globalizadores ni los antiglobalizadores han acertado. Aunque la globalización económica puede ser una bendición para los países que intentan salir de la pobreza, el éxito suele requerir la aplicación de políticas adaptadas a las realidades económicas y políticas locales, en lugar de obedecer los dictados del establishment internacional de la globalización.
Una economía, muchas recetas es la exposición definitiva de la original e influyente perspectiva de Rodrik sobre el crecimiento económico y la globalización, y muestra cómo los países de éxito elaboran sus propias estrategias y lo que otros países pueden aprender de ellos. Para la mayoría de los proglobalizadores, la globalización es una fuente de salvación económica para los países en desarrollo, y para beneficiarse plenamente de ella las naciones deben seguir un conjunto universal de normas diseñadas por organizaciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio, y aplicadas por los inversores internacionales y los mercados de capitales. Pero para la mayoría de los antiglobalizadores, esas reglas globales no significan más que problemas, y cuanto más se protejan de ellas las naciones pobres, mejor para ellas.
Rodrik rechaza las simplificaciones de ambos bandos, demostrando que los países pobres se enriquecen no copiando lo que predican los tecnócratas de Washington o lo que han hecho otros, sino superando sus propias y muy específicas limitaciones. Y, lejos de entrar en conflicto con la ciencia económica, esto es exactamente lo que enseña la buena economía.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)