Puntuación:
Las reseñas de «Silencio, por favor: Dispatches from a Public Librarian», de Scott Douglas, destacan una mezcla de contenidos atractivos sobre las realidades del trabajo bibliotecario entrelazados con críticas al enfoque y el estilo de escritura del autor. El libro ofrece anécdotas humorísticas y reflexiones sobre la vida de un bibliotecario, aunque algunos lectores lo encuentran falto de profundidad y profesionalidad.
Ventajas:Los lectores aprecian el humor, las anécdotas simpáticas y la visión única de la vida diaria de un bibliotecario. A muchos les parece una lectura amena e informativa, especialmente para los interesados en el campo de la biblioteconomía. La voz de la autora se considera entretenida y cercana, y el libro arroja luz sobre los extravagantes usuarios de las bibliotecas y los retos a los que se enfrentan los bibliotecarios.
Desventajas:Los críticos señalan problemas con el tono de la autora, tachándolo de condescendiente y mezquino. Algunos consideran que el estilo de redacción es pobre, con frecuentes problemas de edición, mientras que otros opinan que el contenido es superficial y carece de profundidad. Las contradicciones en la narración y el retrato excesivamente negativo de compañeros de trabajo y clientes empañaron la experiencia de lectura para algunos. La estructura del libro y el hecho de que se centrara en quejas triviales restaron impacto al conjunto.
(basado en 40 opiniones de lectores)
Quiet, Please: Dispatches from a Public Librarian (10th Anniversary Edition)
Unas memorias inesperadamente estridentes y esclarecedoras ambientadas en una biblioteca pública del sur de California.
Para la mayoría de nosotros, los bibliotecarios son las personas silenciosas detrás del escritorio, que, aparte del ocasional "shush", desaparecen en el fondo. Pero en Silencio, por favor, Scott Douglas, colaborador de McSweeney's, pone en primer plano a los extravagantes cuidadores de nuestra literatura.
Con un ojo agudo para lo absurdo y un elenco de personajes a lo Kesey (como el bibliotecario que está seguro de que Thomas Pynchon es el último amor de Julia Roberts), Douglas nos lleva donde pocos lectores han llegado antes. Salpicado por su propia investigación, muy subjetiva, sobre la historia de las bibliotecas -desde la Edad Dorada de Andrew Carnegie hasta el Afganistán actual-, Douglas nos ofrece una sorprendente (y a veces hilarante) mirada a las vidas que conforman la institución social que es su biblioteca.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)