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Sailing the Graveyard Sea explora los acontecimientos históricos que rodearon el único motín de la historia de la Marina estadounidense y el juicio posterior. La narración ofrece un relato detallado del motín a bordo del USS Somers y sus implicaciones, por lo que resulta interesante para los aficionados a la historia. Sin embargo, algunos lectores consideraron que algunas secciones eran áridas y excesivamente objetivas, lo que restó impacto a la narración.
Ventajas:⬤ Narrativa bien documentada
⬤ interesante desglose histórico de un acontecimiento significativo
⬤ bellamente escrito
⬤ personajes interesantes y contexto político
⬤ accesible a lectores con distintos niveles de interés por la historia
⬤ examen convincente de las tradiciones navales y las historias personales implicadas.
⬤ Ciertas secciones pueden resultar áridas y excesivamente dependientes de la exactitud de los hechos
⬤ problemas de ritmo con partes lentas o tediosas
⬤ algunos lectores consideraron que le faltaba una resolución apasionante
⬤ pequeñas inexactitudes en el título sobre la situación del motín.
(basado en 15 opiniones de lectores)
Sailing the Graveyard Sea: The Deathly Voyage of the Somers, the Us Navy's Only Mutiny, and the Trial That Gripped the Nation
El 16 de diciembre de 1842, el bergantín de guerra estadounidense Somers ancló en el puerto de Brooklyn al final de un crucero destinado a enseñar a un grupo de adolescentes los rudimentos de la vida naval. Pero este ejercicio aparentemente inofensivo acabó en catástrofe.
El comandante Alexander Slidell Mackenzie desembarcó diciendo que había evitado por los pelos un motín que habría acabado con su vida y la de sus oficiales. Algunos de los amotinados frustrados estaban bajo vigilancia, pero tres habían sido ahorcados: el contramaestre Samuel Cromwell, el marinero Elisha Small y el guardiamarina en funciones Philip Spencer, cuyo padre era el secretario de guerra, John Spencer. Según Mackenzie, Philip Spencer, de dieciocho años, había sido el cabecilla que animó a la tripulación a apoderarse del barco y convertirse en piratas, violando y saqueando a su paso por el viejo Meno español.
Y aunque el joven podría haber sido un rebelde fascinado por los piratas, pronto quedó claro que la orden que condenaba a los tres hombres carecía de base legal. Y lo que es peor, que tal vez nunca se había producido realmente un motín, y que el barco podría haberse dejado llevar en su lugar por una histeria rastrera que acabó con el sacrificio de tres inocentes.
Meses de acusaciones y contraacusaciones fueron seguidos de un consejo de guerra muy público que juzgó a Mackenzie por su vida, y una tormenta de sentimientos contrarios a la Marina atrajo la atención de los principales escritores de la época (Washington Irving pensaba que Mackenzie era un héroe; James Fenimore Cooper lo condenó con una ferocidad que aún escuece). Pero algo bueno salió de ello: el disgusto público con el crucero de entrenamiento de Mackenzie dio origen a Annapolis, el lugar que en un siglo produciría la mayor armada que el mundo haya conocido.
Relatado con viveza y lleno de tensa acción basada en las transcripciones de los consejos de guerra, el magistral relato de Snow de este episodio casi olvidado es historia naval en su máxima expresión.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)