¿Qué es lo peor que podría pasar? Riesgo existencial y política extrema

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Título original:

What's the Worst That Could Happen?: Existential Risk and Extreme Politics

Contenido del libro:

Por qué los riesgos catastróficos son más peligrosos de lo que crees, y cómo el populismo los está empeorando.

¿Sabía que tiene más probabilidades de morir a causa de una catástrofe que en un accidente de coche? Las probabilidades de que un residente típico de EE.UU. muera a causa de un acontecimiento catastrófico -por ejemplo, una guerra nuclear, bioterrorismo o inteligencia artificial fuera de control- se han estimado en 1 de cada 6. Eso es quince veces más probable que un accidente de tráfico. Esto es quince veces más probable que un accidente de coche mortal y treinta y una veces más que ser asesinado. En "¿Qué es lo peor que podría ocurrir?", Andrew Leigh analiza los riesgos catastróficos y cómo mitigarlos, argumentando provocativamente que el auge de la política populista hace que las catástrofes sean más probables.

Leigh explica que el pensamiento generalizado a corto plazo nos deja desprevenidos ante los riesgos a largo plazo. Los políticos se preocupan de los detalles de la legislación y la reglamentación, pero rara vez prestan atención a la reducción de los riesgos a largo plazo. Los movimientos populistas prosperan en el cortoplacismo porque se centran en las quejas inmediatas de sus seguidores. Leigh defiende que debemos pensar a largo plazo y prestar a las grandes amenazas la atención y los recursos que necesitan.

Leigh esboza los mayores riesgos existenciales a los que se enfrenta la humanidad y sugiere remedios para ellos. Habla de pandemias, considerando la posibilidad de que el próximo virus sea más mortífero que el COVID-19; advierte de que un cambio climático descontrolado podría hacer inhabitables grandes franjas de la Tierra; describe la metamorfosis de la carrera armamentística, que ha pasado de ser una lucha a una pelea caótica; y examina los peligros de una superinteligencia desbocada. Además, señala Leigh, el populismo (y su compinche, el totalitarismo) no sólo exacerba otros peligros, sino que es un factor de riesgo en sí mismo, que socava las instituciones de la democracia mientras observamos.