Después de haber alcanzado el punto más alto de mis ambiciones y de haberme convertido en un hombre de extrema importancia dentro de la comunidad cristiana a la que pertenecía, ocupando una posición eclesiástica de extremo valor, me dejé llevar por la arrogancia, cegado por los deseos impuros del alma y por un corazón totalmente corrompido por el pecado, y acabé cometiendo actos inmorales tan grandes que manché mi propio nombre, desmoralicé a la Iglesia, perdí a mi familia, escandalicé el santo propósito de Dios y, finalmente, acabé cayendo en un pozo profundo, tendido en la cuneta de la vergüenza, criticado por todos aquellos que antes me habían admirado, escuchado y practicado mis enseñanzas, discípulos hechos por la audacia de mis acciones y palabras.
Sin embargo, un día fui rescatado por la infinita misericordia de Dios, que me devolvió la fe, la santidad, la salvación y todo lo que antes había perdido porque había olvidado que lo más importante en la vida es no alejarse nunca del amor de Dios.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)