Missoula: Violación y sistema judicial en una ciudad universitaria

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Título original:

Missoula: Rape and the Justice System in a College Town

Contenido del libro:

Del autor de bestsellers Jon Krakauer, una narración cruda, impactante y meticulosamente relatada sobre una serie de agresiones sexuales en la Universidad de Montana --- historias que iluminan el drama humano que se esconde tras la plaga nacional de violaciones en los campus.

Missoula, Montana, es una típica ciudad universitaria, con una universidad estatal de gran prestigio, un entorno bucólico, una animada escena social y un excelente equipo de fútbol americano -- los Grizzlies -- con una rabiosa afición.

El Departamento de Justicia investigó 350 agresiones sexuales denunciadas a la policía de Missoula entre enero de 2008 y mayo de 2012. Pocas de estas agresiones fueron tratadas adecuadamente por la universidad o las autoridades locales. En esto, Missoula también es típica.

Un informe del Departamento de Justicia publicado en diciembre de 2014 calcula que 110.000 mujeres de entre dieciocho y veinticuatro años son violadas cada año. La devastadora narración de Krakauer sobre lo ocurrido en Missoula deja claro por qué la violación es tan frecuente en los campus estadounidenses y por qué las víctimas de violación son tan reacias a denunciar las agresiones.

La violación por un conocido es un delito como ningún otro. A diferencia del robo o la malversación o cualquier otro delito grave, la víctima suele ser más sospechosa que el presunto autor. Esto es especialmente cierto si la víctima es sexualmente activa, si ha estado bebiendo antes de la agresión y si el hombre al que acusa juega en un equipo deportivo popular. Los incidentes de acusaciones falsas, escasísimos pero muy publicitados, se utilizan a menudo para desestimar sus denuncias en la prensa. Si el caso llega a juicio, toda la vida personal de la mujer se convierte en juego limpio para los abogados defensores.

Esta brutal realidad explica en gran medida por qué la violación por un conocido es el delito menos denunciado en Estados Unidos. Además del trauma físico, sus víctimas suelen sufrir daños psicológicos devastadores que les llevan a sentimientos de vergüenza, parálisis emocional y estigmatización. Se calcula que la tasa de TEPT de las víctimas de violación es del 50%, superior a la de los soldados que regresan de la guerra.

En Missoula, Krakauer relata las desgarradoras experiencias de varias mujeres de Missoula: las noches en que fueron violadas; el miedo y la inseguridad que sintieron después; el trato que recibieron de la policía, los fiscales y los abogados defensores; el vilipendio público y la angustia privada; su valentía para seguir adelante y lo que les costó.

Algunas acudieron a la policía. Otras renunciaron a acudir a la policía o a presentar cargos, pero buscaron reparación en la universidad, que tiene su propio proceso judicial no penal cuando un estudiante es acusado de violación. En dos casos, la policía aceptó presentar cargos y el fiscal del distrito aceptó procesar. En uno de los casos se dictó sentencia condenatoria; en el otro, absolución. Las mujeres lo suficientemente valientes como para presentar cargos o hablar públicamente de sus experiencias fueron atacadas en los medios de comunicación, en los sitios de aficionados al fútbol de los Grizzlies y/o en sus propias caras. La universidad expulsó a tres de los violadores acusados, pero uno de ellos fue readmitido por funcionarios estatales en un procedimiento secreto. Una fiscal del distrito testificó a favor de un presunto violador en su vista en la universidad. Más tarde dejó la fiscalía y defendió con éxito al quarterback estrella de los Grizzlies en su juicio por violación. El horror de ser violada, en el caso de cada mujer, se vio magnificado por la mecánica del sistema judicial y la reacción de la comunidad.

El relato desapasionado y cuidadosamente documentado de Krakauer sobre lo que sufrieron estas mujeres atraviesa el abstracto debate ideológico sobre la violación en el campus. Las mujeres en edad universitaria no son violadas porque sean promiscuas, o estén borrachas, o envíen señales contradictorias, o se sientan culpables por mantener relaciones sexuales ocasionales, o busquen llamar la atención. Son víctimas de un crimen terrible y merecen la compasión de la sociedad y la imparcialidad de un sistema judicial que está claramente roto.