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Tras un largo peregrinaje, Orestes, perseguido por las Rinas, llega al santuario de Apolo en Delfos para purificarse de su crimen. Pero las Rinas no le dejan marchar.
Apolo intenta interceder contra «el asesino de una mujer que ha matado a su marido», contra las Rinyes que proclaman que «la sangre que derramó con su mano no era la de su propia raza», pero muy pronto Apolo se impone a las furias y el encuentro se interrumpe. Apolo aconseja a Orestes que vaya al templo de Ath na Ath nes. Consigue que los Rinyes le confíen el caso, constituye un tribunal para juzgar a Orestes y anuncia que si los votos del jurado son iguales, le ofrecerá su voto.
El tribunal ateniense (el Ar opagus) dicta sentencia definitiva. Orestes es liberado.
Ath na aplaca la ira de los rinyes en peligro nombrándolos Semnai (los V n rables), o Eum nides, los dioses benévolos de Ath nes. El dios Apolo declara la nueva ley, la ley patriarcal: No es la madre quien engendra al que se llama hijo; ella es sólo la nodriza del germen centenario.
Es el que actúa el que engendra...
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)