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... ¿Acaso no tuve la osadía, hace unos meses, de publicar una serie de artículos sobre Richard Wagner, con un capricho muy francés, habiendo escuchado sólo algunos fragmentos de la gigantesca obra de la orquesta, que había sido democráticamente recortada, confiando sólo en mi instinto y dejándome llevar por mi entusiasmo? Incluso había atacado un estudio sobre Gl ck y Wagner publicado por Ernest Reyer, un amigo que me había visto nacer, y que estaba estupefacto ante esta agresión inexpugnable: - la juventud no duda nada.
Además, me había contestado cortésmente, y la batalla había hecho bastante ruido. Después de muchas deliberaciones, envié los artículos a Wagner, a Lucerna, acompañados de una carta en la que le pedía que disculpase mis errores y los corrigiese.
Luego, angustiado, esperé y esperé una respuesta. ¿Llegaría? No podía creerlo y, sin embargo, cada mañana se me partía el corazón al ver que el correo no traía nada...
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)