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El libro «The Earth Is Red» (La tierra es roja), de Roberta Carol Harvey, explora en profundidad las injusticias a las que se enfrentan los pueblos indígenas en América debido a la Doctrina del Descubrimiento y a las prácticas imperialistas. Ofrece un relato detallado de cómo se robaron las tierras, destaca el contexto histórico que subyace a estas acciones y anima a los lectores a enfrentarse a verdades incómodas sobre la historia de Estados Unidos.
Ventajas:El libro ha sido elogiado por su rigurosa erudición, su detallada investigación y la inclusión de fuentes originales que permiten a los lectores relacionarse directamente con los acontecimientos históricos. Muchos críticos lo recomiendan como lectura esencial para educadores, estudiantes y cualquier persona interesada en la verdad y la historia. El autor es considerado un brillante defensor de los derechos de los indígenas y una voz necesaria para poner de relieve las injusticias históricas y actuales.
Desventajas:Algunos lectores pueden considerar que el libro está dirigido principalmente a académicos y estudiantes, lo que implica que puede no ser tan accesible para el público en general. Además, su denso contenido fáctico puede resultar abrumador para algunos, lo que podría convertirlo en una lectura difícil para quienes no estén familiarizados con el tema.
(basado en 5 opiniones de lectores)
The Earth Is Red: The Imperialism of the Doctrine of Discovery
En 1823, el presidente del Tribunal Supremo de Estados Unidos, John Marshall, basándose en su análisis de la costumbre, no en el derecho precedente, proclamó la "doctrina del descubrimiento" como ley suprema del país en el caso Johnson contra M'Intosh. Esta "doctrina" sostenía que la primera nación europea que "descubriera" una tierra que no estuviera gobernada por un príncipe o pueblo cristiano podía reclamar su propiedad.
Desde el Presidente Washington en adelante, era una conclusión inevitable que el legado de América era un imperio continental. Los pueblos indígenas de este Nuevo Mundo, como se le llamaba, eran un mero obstáculo que había que eliminar o apartar del camino de los colonos coloniales en su expansión hacia el oeste de costa a costa. El caso Johnson siguió a la opinión anterior del presidente del Tribunal Supremo Marshall, de 1810, de que los estados eran propietarios de toda la tierra dentro de sus fronteras, independientemente de que estuviera habitada por pueblos indígenas.
Llevó a los estados del sur a vender tierras indígenas, aprobar leyes para incorporarlas a sus condados y derogar la soberanía nacional indígena. El gobierno federal se enfrentaba a la amenaza real de que estos estados sureños se separaran de la unión si se impedía su acaparamiento de tierras.
Transformar a los pueblos indígenas en arrendatarios de sus tierras facilitó el incumplimiento de los tratados solemnes que el gobierno había firmado con los estados soberanos. Permitió adquirir millones y millones de acres de tierra.
Lo que siguió fue la pérdida de vidas indígenas, tierras, caza y valiosos recursos naturales, junto con la imposición por parte del gobierno federal de brutales sanciones económicas y destructivas políticas de asimilación. De este modo, Estados Unidos adquirió un imperio a precio de saldo, o sin compensación alguna, facilitado por las decisiones del presidente del Tribunal Supremo Marshall en dos casos atroces y fingidos.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)