La soberanía de Dios

Opiniones de los lectores

Las reseñas de «La soberanía de Dios», de A.W. Pink, destacan sus profundas ideas sobre el control absoluto de Dios sobre todas las cosas, subrayando la importancia de la doctrina de la soberanía para los cristianos. Los críticos elogian su profundidad y su base bíblica, mientras que algunos expresan su frustración por el enfoque del autor respecto a puntos de vista opuestos, en particular en relación con el libre albedrío y el arminianismo. El libro se considera a la vez estimulante e instructivo, y ofrece consuelo y claridad sobre cuestiones teológicas complejas.

Profundas ideas teológicas sobre la soberanía de Dios, apoyadas firmemente en las Escrituras. Muchos lectores lo consideraron esclarecedor y una fuente de consuelo durante las pruebas. El libro es muy recomendable para un estudio serio y para quienes buscan comprender el control absoluto de Dios sobre el universo.

Algunos lectores consideraron que el tratamiento que da el autor a las creencias opuestas es excesivamente simplificado o erróneo, especialmente en lo que se refiere al arminianismo. El tamaño de la letra en algunas ediciones es demasiado pequeño para una lectura cómoda, y el libro puede resultar difícil para quienes no estén familiarizados con la teología reformada.

(basado en 283 opiniones de lectores)

Título original:

The Sovereignty of God

Contenido del libro:

¿Quién regula hoy los asuntos en esta tierra: Dios o el Diablo? Que Dios reina supremo en el Cielo, se admite generalmente; que lo hace sobre este mundo, se niega casi universalmente, si no directamente, sí indirectamente. Cada vez son más los hombres que, en su filosofar y teorizar, relegan a Dios a un segundo plano.

Tomemos el reino material. No sólo se niega que Dios lo haya creado todo, por acción personal y directa, sino que pocos creen que tenga alguna preocupación inmediata en regular las obras de sus propias manos. Se supone que todo está ordenado según las (impersonales y abstractas) «leyes de la Naturaleza».

Así, el Creador es desterrado de su propia creación. Por eso no debe sorprendernos que los hombres, en sus degradantes concepciones, Le excluyan del ámbito de los asuntos humanos.