La nueva guerra de clases: Salvar la democracia de la élite empresarial

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Título original:

The New Class War: Saving Democracy from the Managerial Elite

Contenido del libro:

Tanto en Europa como en Norteamérica, los movimientos populistas han hecho añicos los sistemas de partidos existentes y han sumido a los gobiernos en el caos. El asediado establishment afirma que estas insurgencias populistas pretenden derrocar la democracia liberal. La verdad no es menos alarmante, pero es más compleja: las democracias occidentales están siendo desgarradas por una nueva guerra de clases.

En este nuevo análisis, polémico e innovador, Michael Lind, uno de los pensadores más destacados de Estados Unidos, echa por tierra la idea de que las insurgencias son principalmente el resultado del fanatismo, explica cómo la ruptura de los compromisos de clase de mediados de siglo entre empresarios y trabajadores condujo al conflicto y revela los verdaderos frentes de batalla.

Por un lado está la sobreclase empresarial, la élite con credenciales universitarias que se agrupa en los centros de altos ingresos y domina el gobierno, la economía y la cultura. En el otro lado está la clase trabajadora de las zonas centrales de baja densidad, en su mayoría, aunque no exclusivamente, nativa y blanca.

Las dos clases se enfrentan por la inmigración, el comercio, el medio ambiente y los valores sociales, y la clase empresarial se ha impuesto. Como resultado de la decadencia durante medio siglo de las instituciones que una vez dieron poder a la clase trabajadora, el poder se ha desplazado a las instituciones que controla la sobreclase: corporaciones, poderes ejecutivo y judicial, universidades y medios de comunicación.

La guerra de clases puede resolverse de tres maneras:

- El triunfo de la superclase, que dará lugar a un sistema de castas de alta tecnología.

- El empoderamiento de los populistas, sin reformas constructivas.

- Un compromiso de clase que proporcione a la clase trabajadora un poder real.

Lind sostiene que las democracias occidentales deben incorporar a las mayorías obreras de todas las razas, etnias y credos en la toma de decisiones políticas, económicas y culturales. Sólo este compromiso de clase puede evitar un ciclo interminable de enfrentamientos entre oligarcas y populistas y salvar la democracia.