Un día, en 1810, en San Petersburgo, en una reunión en la que estaban presentes Joseph de Maistre y su hermano Xavier, la conversación giró en torno a la lepra hebrea, y alguien dijo que la enfermedad ya no existía. Fue la ocasión para que Xavier de Maistre hablara del leproso que había conocido en Aosta.
La sorpresa y el interés que suscitó su historia le dieron la idea de escribir sobre ella: y es a partir de esta circunstancia que muchos lectores se han enterado de que todavía había leprosos y familias de leprosos en Pimont en la época de las campañas de Bonaparte, y que estaban aislados del resto del mundo tan estrictamente como en la Edad Media. El relato es totalmente verídico: es el propio autor quien está en escena, y es él quien evoca una piedad tan generosa por los desdichados internos de la Tour de la Frayeur.
Si no tuviéramos la afirmación de Sainte-Beuve como garantía, la rigurosa exactitud de los detalles nos lo diría. La medicina especial no avala ninguno de ellos, ni siquiera aquellos -como el lamentable insomnio y las alucinaciones que atormentaban las noches de los desdichados- que podríamos pensar invitados a añadir patetismo...
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)