Puntuación:
El libro «The Darwin Economy» presenta una perspectiva darwiniana de la economía, cuestiona la visión tradicional de la «mano invisible» de Adam Smith y aboga por la fiscalidad progresiva como solución a los problemas económicos. Critica las perspectivas libertarias y sostiene que el interés individual suele entrar en conflicto con los beneficios colectivos, lo que conduce a resultados negativos tanto en ecología como en economía.
Ventajas:El libro ha sido elogiado por su perspectiva única, sus argumentos que invitan a la reflexión y su elocuente redacción. Los críticos aprecian su compromiso con la economía conductual y la crítica a las opiniones libertarias excesivamente simplificadas. Los ejemplos tomados de la naturaleza y la integración de la teoría económica proporcionan una exploración convincente de la relación entre las acciones individuales y las consecuencias sociales.
Desventajas:Los críticos señalan que el libro puede volverse sermoneador o excesivamente crítico con el liberalismo, lo que lo hace menos atractivo para los lectores conservadores. Algunos críticos consideran que los argumentos presentan importantes deficiencias o tergiversaciones de los puntos de vista libertarios. Además, la claridad y accesibilidad del texto suscitan preocupación, ya que algunas partes se consideran confusas o demasiado verbosas.
(basado en 59 opiniones de lectores)
The Darwin Economy: Liberty, Competition, and the Common Good
Lo que Charles Darwin puede enseñarnos sobre la construcción de una sociedad más justa.
¿Quién fue el mejor economista: Adam Smith o Charles Darwin? La pregunta parece absurda. Darwin era naturalista, no economista. Pero Robert Frank, columnista de economía del New York Times y autor del best-seller The Economic Naturalist, predice que en el próximo siglo Darwin desbancará a Smith como fundador intelectual de la economía. La razón, argumenta Frank, es que la concepción de la competencia de Darwin describe la realidad económica con mucha más precisión que la de Smith. Y las consecuencias de este hecho son profundas. De hecho, no reconocer que vivimos en el mundo de Darwin y no en el de Smith nos pone a todos en peligro al impedirnos ver que la competencia por sí sola no resolverá nuestros problemas.
La teoría de la mano invisible de Smith, según la cual la competencia canaliza el interés propio en aras del bien común, es probablemente el argumento más citado hoy en día a favor de la competencia desenfrenada, y en contra de la regulación, los impuestos e incluso el propio gobierno. Pero, ¿y si la idea de Smith fuera casi una excepción a la regla general de la competencia? Eso es lo que sostiene Frank, basándose en la idea de Darwin de que los intereses individuales y colectivos suelen ser muy divergentes. Lejos de crear un mundo perfecto, la competencia económica a menudo conduce a "carreras armamentísticas", fomentando comportamientos que no sólo causan un enorme daño al grupo, sino que tampoco proporcionan ventajas duraderas a los individuos, ya que cualquier ganancia tiende a ser relativa y a compensarse mutuamente.
La buena noticia es que podemos domar la economía Darwin. La mejor solución no es prohibir los comportamientos perjudiciales, sino gravarlos. De este modo, podríamos ampliar el pastel económico, eliminar la deuda pública y ofrecer mejores servicios públicos, todo ello sin exigir sacrificios dolorosos a nadie. Es una afirmación atrevida, reconoce Frank, pero se desprende directamente de la lógica y las pruebas que la mayoría de la gente ya acepta.
En un nuevo epílogo, Frank analiza cómo los temas de la desigualdad y la competencia impulsan el debate público actual sobre la cantidad de gobierno que necesitamos.
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Última modificación: 2024.11.14 07:32 (GMT)