John Piper, Myfanwy Piper: Una biografía

Título original:

John Piper, Myfanwy Piper: A Biography

Contenido del libro:

Este libro narra el viaje compartido por John y Myfanwy Piper, que se establecieron en una pequeña aldea al borde de Chilterns, desde donde empezaron a producir obras que les situaron en el centro del paisaje cultural del siglo XX. Aquí también alimentaron y entretuvieron a muchos visitantes, entre ellos Kenneth Clark, John Betjeman, Osbert Lancaster, Benjamin Britten y la Reina Madre. Su asociación creativa abarca no sólo un largo matrimonio y numerosas vicisitudes privadas y profesionales, sino también un auténtico legado de logros duraderos en las artes visuales, la literatura y la música.

Frances Spalding también arroja nueva luz sobre la historia del arte británico de los años treinta. A mediados de esta década, John Piper y Myfanwy Evans (no se casaron hasta 1937) estaban a la vanguardia de las actividades vanguardistas en Inglaterra, Myfanwy editando la revista de arte más avanzada de la época y John trabajando junto a Ben Nicholson, Barbara Hepworth, Henry Moore y otros. Pero a medida que avanzaba la década y empeoraba la situación política en Europa, cambiaron sus lealtades, y John Piper investigó en su arte el sentido del lugar, la pertenencia, la historia, la memoria y la naturaleza de la identidad nacional, cuestiones todas ellas muy presentes en el mundo actual.

Myfanwy Piper es más conocida como "Golden Myfanwy", la musa de Betjeman y por su trabajo como libretista con Benjamin Britten. John Piper fue un artista extraordinariamente prolífico en muchos medios, su fértil carrera se extendió a lo largo de seis décadas y le hizo cambiar muchas veces de estilo. Tras haber sido pintor abstracto en los años treinta, pasó a ser más conocido por sus paisajes y escenas arquitectónicas de estilo romántico. Este interés central por el paisaje inglés y galés y por el entorno construido desarrolló en él una sensibilidad que lo abarcaba casi todo, desde palacios de ginebra hasta los bordillos pintados, desde casitas en ruinas hasta casas de campo, desde fachadas de tiendas victorianas hasta lo que hoy se denomina arqueología industrial. Su sensibilidad amplia y dividida le hizo defensor de muchos aspectos del paisaje inglés y del entorno construido, mientras que en su arte se convirtió en heredero de esa gran tradición que engloba a Wordsworth y Blake, Turner, Ruskin y Samuel Palmer. Se debatía entre los placeres de un lenguaje abstracto liberado del tiempo y el lugar y los incrustados en la localidad, en los edificios, la geografía y la historia. Hoy, esta contradicción expansiva parece la quintaesencia de la modernidad, y su respuesta dividida encuentra eco en nuestra propia ambivalencia hacia la modernidad.

Los dos Pipers crearon lo que a muchos observadores les pareció un modo de vida ideal, con niños, amistades, buena comida, humor, los placeres de un jardín, trabajo y creatividad. Sus vidas están marcadas por una fértil tensión entre el compromiso con lo nuevo y el deseo de revitalizar ciertas tradiciones autóctonas. De esta tensión nace una obra apasionada y experimental. Sólo aquellos que viven más intensamente el presente", observó John Russell refiriéndose a John y Myfanwy Piper, "merecen heredar el pasado".